miércoles, 25 de septiembre de 2013

Pensamiento del Día, 25-9-2013



«This is the way the world ends



This is the way the world ends



This is the way the world ends



Not with a bang but a whimper.»
«Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
No con un estallido sino con un lamento.»
 

 (Thomas Stearns ELIOT; St. Louis, Missouri, Estados Unidos, 26 de septiembre de 1888 – 

Londres, Reino Unido, 4 de enero de 1965. Estrofa final de The Hollow Men, V -Los Hombres Huecos -

1925 -1997, por ejemplo, para la edición en castellano-.)

La realidad que nos envuelve es sombría, casi apocalíptica... En una perversa combinación del “¡sálvese quien pueda!” milenarista con el “¡todo vale!” postmoderno (al fin y al cabo, dos caras de la misma moneda) el capitalismo rampante, sin contrapesos ideológicos ni políticos de consideración, ha impuesto su discurso único neoliberal haciendo pasar sus particulares opciones ideológicas por necesidades objetivas (económicas) y, convirtiendo  el ajuste estructural en un mantra que legitima a través del desmantelamiento de lo público la sacralización del mercado... El principio de privatizar los beneficios, socializar las ganancias que de todo ello se deriva está condenando a ingentes masas de población a la condición de residuos no reciclables del un sistema  que ya ni siquiera tiene bastantes alfombras debajo de las que barrerlos, así que comienza a fomentar los “vertederos clandestinos”... ¿Cómo?, poniendo las condiciones de posibilidad normativas que dificulten que esos “excedentes humanos” puedan tener expectativas (al obstaculizar su acceso a nada que se parezca a una educación emancipadora, a una vivienda o a un trabajo digno, favoreciendo marcos educativos sectarios y excluyentes, la especulación inmobiliaria y el desahucio, o desregulaciones continuas de los mercados laborales)... Dificultando, incluso, su supervivencia (con un deterioro continuo del sistema público de salud y una política de exclusiones continuas del mismo que ya comienza a derivar disminuciones, aquí y ahora, de la esperanza de vida, para gozo del Fondo Monetario Internacional que había situado el aumento de la longevidad como el mayor de los riesgos para las sociedades económicamente desarrolladas)... Dificultando, para colmo, hasta la posibilidad de un mañana con sus ataques frontales a la atención de la dependencia y al sistema público de pensiones.
Una situación, en fin, de una  violencia institucional casi sin precedentes que, pese a tanta indefensión aprendida mediante un control de la comunicación mediática que trata de invisibilizar al máximo la situación de los más, de las víctimas de este naufragio de todo lo que fue la construcción de la modernidad y la formulación y desarrollo de una serie de derechos universales inherentes a la propia condición de ser humano, ya provoca múltiples resistencias (poco coordinadas, acaso, y poco asentadas sobre un discurso común alternativo).
¿Será esto el augurio del fin del mundo conocido (desde luego, sí está siendo ya el fin forzado del mundo para un buen número de personas)?.
¿Nos conformaremos con que ese final sea, más que una explosión, un triste (aunque planetario) lamento?.
Nacho Fernández del Castro, 25 de Septiembre de 2013

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