«La fiebre atrae el canto de un pájaro andrógino
y abre caminos a un placer insaciable
que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra.
¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas
f donde las mujeres ofrecen al viajero
la fresca balanza de sus senos
y una extensión de terror en las caderas!
La piel pálida y tersa del día
cae como la cáscara de un fruto infame.
La fiebre atrae el canto de los resumideros
donde el agua atropella los desperdicios.»
y abre caminos a un placer insaciable
que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra.
¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas
f donde las mujeres ofrecen al viajero
la fresca balanza de sus senos
y una extensión de terror en las caderas!
La piel pálida y tersa del día
cae como la cáscara de un fruto infame.
La fiebre atrae el canto de los resumideros
donde el agua atropella los desperdicios.»
(Álvaro MUTIS JARAMILLO; Bogotá, Colombia, 25 de agosto de 1923 – Ciudad de México, México,
22 de septiembre de 2013; Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1997, Premio Cervantes 2001.
“Nocturno” en Los elementos del desastre, 1953 .)
La fiebre
del mundo atraviesa la tierra con
ese reformismo andrógino que amenaza
ya con hacer caer la piel fresca de cada día en una especie de noche eterna
donde sólo cabe el miedo o el “brindis
al sol” de resistencias incapaces de
barruntar algún mañana... Noches que,
acaso, se burlan de todos con sus cantos que parecen prometer placeres
insaciables, pero sólo dan singladuras torpes y reiterativas en pos de mitos
viejos y efímeros.
En realidad, son los
cantos de las corrompidas aguas de un capitalismo
ufano y pendenciero que arrastra residuos, que nos arrastra como desperdicios...
¡inútiles para la producción,
insuficientes para el consumo!.
Noche del mundo que nos deslegitima.
Nacho Fernández del Castro,
23 de Septiembre de 2013
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