miércoles, 13 de marzo de 2013

Pensamiento del Día, 13-3-2013



«Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: “Ya me duermo”. Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V. Esta figuración me duraba aún unos segundos después de haberme despertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible, lo mismo que después de la metempsicosis pierden su sentido, los pensamientos de una vida anterior; el asunto del libro se desprendía de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en torno mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aun más quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura. Me preguntaba qué hora sería; oía el silbar de los trenes que, más o menos en la lejanía, y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos, por donde un viandante marcha de prisa hacía la estación cercana; y el caminito que recorre se va a grabar en su recuerdo por la excitación que le dan los lugares nuevos, los actos desusados, la charla reciente, los adioses de la despedida que le acompañan aún en el silencio de la noche, y la dulzura próxima del retorno
 Marcel Proust.jpg
 (Marcel PROUST; Auteuil, París, Francia, 10 de julio de 1871 - París, 18 de noviembre de 1922.  
Inicio de Du côté de chez Swann - Por el camino de Swann-, 1913, primer volumen de  
À la recherche du temps perdu –En busca del tiempo perdido-, 1913-1927 
-1998, por ejemplo, para una de las muchas ediciones en castellano- .)
J E Blanche Marcel Proust 01-01-2013.jpgMucha gente desearía que, en cualquier instante, en una suerte de metempsicosis, nos despertásemos del negro sueño de esta crisis/estafa con la sensación de que nuestras vivencias del oprobio globalizado son totalmente ajenas y extrañas... Con la necesidad (y la voluntad) de recuperar nuestro entorno como algo absolutamente nuevo y acogedor para otras formas de ser y actuar que, en sus sencillez prístina y sin dobleces, aparecieran ante nuestros ojos todavía confusos como excitantemente encantadoras, prendidas en el deleite por el descubrimiento de rincones desconocidos y la exploración de comportamientos nada convencionales.
Y es que lo bien conocido y las convenciones más asentadas nos están dando demasiados quebraderos de cabeza como para desear que se prolonguen eternamente. Por eso, a veces, bajo el hartazgo y el cansancio de este mundo, desde la frustración y la congoja por tantas derrotas pequeñas y grandes, desearíamos acostarnos tempranos en un lecho que, lejos de nuestra propia realidad, nos permitiese sumirnos en otras existencias hasta dormirnos... Y despertar comprobando entre brumas que ya, en efecto, otro mundo ha sido posible.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Marzo de 2013

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