«La vieja lucha a puñetazos había sucumbido con escarnio y vergüenza,
aplastada por la corrompida multitud de apostadores y de maleantes que vivían
al borde de las actividades.»
(Sir Arthur
Ignatius Conan DOYLE; Edimburgo, Escocia. 22 de mayo de 1859 –
Crowborough, Reino Unido,
7 de julio de 1930.
The Ring of Thoth, and Other Stories -Historias
del Ring-, 1913
-1995 para la edición en castellano-.)
Viejas brutalidades, más o menos nobles,
sucumben bajo el refinado imperio de los nuevos
truhanes, siempre dispuestos a hacer
negocio con las necesidades, sudores y lágrimas ajenas.
¡Y
todavía se atreverán a criticar, con los labios un poco fruncidos y la boca un
poco torcida, el vandalismo de las “clases populares” o la grosería de sus
aficiones y formas de expresarse!.
En
realidad, hoy más que nunca, los poderosos viven de tantas personas humildes
que no tienen otro remedio que prestarles su fuerza de trabajo al precio que
sea y siempre que tengan a bien demandarla... Y, para colmo, aquéllos hacen negocio igual con las risas que
con los llantos de éstas; de modo que, si la cosa no prospera, será la misma ciudadanía desheredada la que compense, con
dinero público, la frustración por
las expectativas defraudadas de quienes todo lo tienen.
Porque,
a medida que la intervención humana va
decreciendo en las actividades
productivas, crecen las actividades
especulativas de los amos del mundo...
Un círculo muy vicioso que va dividiendo el mundo en una mayoría de víctimas descontentas y una minoría de saqueadores de lo público y voceros
maleantes.
Nacho
Fernández del Castro,
6 de Marzo de 2013
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