«Un día de enero de hace treinta años, la
pequeña ciudad de Hanover, anclada en la meseta de Nebraska, intentaba que no
se la llevara el viento. Una neblina de ligeros copos de nieve se arremolinaba
en torno al puñado de edificios bajos y sin gracia que se amontonaban sobre la
pradera gris bajo un cielo gris. Las viviendas se distribuían caprichosamente
por el duro terreno de la pradera; algunas tenían aspecto de haber sido
colocadas allí durante la noche, y otras parecían alejarse por si solas
dirigiéndose directamente a las llanuras abiertas. Ninguna daba la sensación de
permanencia y el viento ululaba y soplaba tanto por debajo como por encima de
ellas.»
(Wilella Sibert
Cather, conocida como Willa CATHER; Black Creek
Valley, Virginia, Estados Unidos,
7 de diciembre de 1873 - Nueva York, 24 de
abril de 1947. O
Pioneers! –Los colonos-, 1913
-1956 para la primera edición en
castellano, con traducción reciente como Pioneros en 2001-.)
Esa
condición mesetaria abismada hacia las llanuras abiertas de una globalización cuyas desigualdades resultan ya insoportables, ese desamparo ante el
vendaval de un neoliberalismo “sin
complejos” que privatiza beneficios y
socializa pérdidas, esa confusión de la perenne neblina de una nieve también
mísera como la intemperie en la que vive esta sociedad cuyas instituciones
languidecen al servicio de los (económicamente) poderosos, esa desesperanza de unos edificios de
aspecto tan precario como las condiciones de vida a las que nos
condena la imposición de una ideología
economicista sobre la política.
Todo
es gris y sin gracia en aquel poblachón y en este mundo en el que casi todo lo
hermoso y osado está prohibido o demonizado, donde el grito de la diversidad de colores es considerado ataque brutal
contra el sistema.
Pero
lo dicho, allí y aquí, entonces y ahora, la precarización
de la vida y la insoportable levedad del
ser contemporáneo sometido al oprobio
concreto o globalizado no puede perdurar a largo plazo... Así que habrá que
ir creando el caldo de cultivo colectivo
para velar porque el cambio inevitable
no sea a peor.
Nacho Fernández del Castro, 7 de Marzo de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario