«No tengo cátedra, ni iglesia, ni filosofía,
No llevo a ningún hombre a una mesa puesta,
a la biblioteca, a la bolsa, pero a cada uno de vosotros, hombre o mujer, lo llevo a una cumbre...»
(Walt Whitman; West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 –
Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892. "Canto a mi mismo " en Hojas de hierba, 46, 1855-1892)
La vida, las palabras y las acciones que realmente importan, raramente se oirán o se propondrán desde las cátedras o las iglesias... Ni siquiera desde la voz engolada de tantas filosofías convertidas en integradas legitimaciones de los poderes establecidos. Esas palabras y esas acciones vitales serán dichas y hechas por quienes, sin regalar banquetes, discursos fosilizados o dinero, son capaces de proponer altos objetivos en la lucha contra la injusticia globalizada. Buenas acciones que nada tienen que ver con las acciones bursátiles, bellas palabras que nada tiene que ver con bibliografías sacralizadas por santones culturales al uso, seguridad alimentaria que nada tiene que ver con las planes de salud manipulados por intereses mercantiles. Palabras y acciones que no se pretenden gúía ni camino, sino propuesta y encuentro conflictivo y polémico. Palabras, en fin, para la acción.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Mayo de 2011.
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