viernes, 20 de mayo de 2011

Pensamiento del Día, 20-5-2011

«No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.»

 (Antonio Gamoneda; Oviedo, 30 de mayo de 1931. "Aún" en  Libro del Frío, 1992)

 

Cuando languidece la esperanza, desaparece el miedo... Hasta las playas de los mejores veranos pueden tornarse en negra amenaza, mientras el dolor de cualquier ciudad, siempre ajeno a un destino inexistente, deja de concernirnos. Ése es, precisamente, el efecto de los imaginarios de la globalización: cuando todo está bien (o todo está mal), la esperanza pierde sentido y, aún sin miedo, porque nada puede afectarnos en una Arcadia segura o porque nada tenemos que perder, el dolor ajeno que retratan los medios deja de conmovernos. ¿Cómo recobrar, entonces, la capacidad de sentir el mundo, de reconocernos concernidos por lo que pasa a nuestro alrededor, de pensar siquiera que otra forma de construir la realidad es posible?. Evidentemente, algunas torpes sentencias limitadoras de derechos y libertades pueden contribuir a ello.

Nacho Fernández del Castro, 20 de Mayo de 2011.

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