martes, 24 de mayo de 2011

Pensamiento del Día, 24-5-2011

«Así pues, el emblema del mundo actual es la democracia y la juventud el emblema de dicho emblema, puesto que ella simboliza un tiempo sin retención. Dicha juventud carece evidentemente de toda existencia sustancial, es una construcción icónica, un producto de la democracia. Sin embargo, esa construcción exige cuerpos. Y esos cuerpos se construyen en torno a tres rasgos: la inmediatez (no existe más que la diversión), la moda (sucesión de presentes sustituibles) y el movimiento in situ ("¡hay que moverse!").»

 (Alain Badiou; Rabat, Marruecos, 1937.

"El emblema democrático" en La democracia en suspenso, 2009)

 

Si queremos combatir el confinamiento actual de la práctica democrática en el ámbito de lo meramente simbólico, debemos combatir también el imaginario social de uno de sus emblemas derivados: la juventud... La juventud como símbolo de la propia democracia no tiene existencia real, es imagen; pero la construcción de esa imagen precisa representaciones observables ligadas a lo inmediato, a la moda y al movimiento constante... Ser joven, como ser demócrata, exige, según los dictados del imaginario colectivo hegemónico, el disfrute del aquí y el ahora que ignora todo mañana, el apego a una sucesión cambiante de identidades de consumo y la disposición continua a una traslación sin meta... Es, en fin, todo lo que hace imposible un ejercicio de participación corresponsable en el gobierno de las cosas. La juventud representada, como la democracia representada, hace imposible la juventud real (y la democracia real). Por eso es revolucionario mostrar que hay una juventud capaz de vivir más allá de lo inmediato, de la moda y del movimiento permanente(un movimiento, por cierto, que como el del franquismo, no nos permite avanzar hacia lugar alguno). Una juventud capaz de hacerse real exigiendo democracia real en las redes sociales y en las calles y plazas.

Nacho Fernández del Castro, 24 de Mayo de 2011.

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