«La sociedad no es reducible a la "intersubjetividad", no es un cara-a-cara indefinidamente múltiple, pues el cara-a-cara o el espalda-a-espalda sólo pueden tener lugar entre sujetos ya socializados.»
(Cornelius Castoriadis; Estambul, 11 de marzo de 1922 - París, 26 de diciembre de 1997.
El mundo fragmentado. Encrucijadas del laberinto III, 1990)
Recuperar el sentido colectivo de la vida humana, más allá de de mera intersubjetividad, es la gran tarea del presente... Las relaciones de poder y la burocratización creciente de lo cotidiano han ido derivando una individualización de nuestras relaciones en uno y otro ámbito, han llegado a convencernos de que es mejor que nuestros iguales no sepan qué y cómo tratamos con quienes nos mandan o con las instituciones, han envuelto la ciudadanía en un aire viciado de recelo y sospecha múltiple que sólo se relaja en los actos de consumo, han configurado la existencia como un ritual sucesivo de encuentros cara a cara... Y todo ello es la garantía de la inercia: un seguro para que nada cambie, o todo cambie, según el capricho del burócrata de turno sentado tras su mesa protectora, para que todo siga igual. Sólo un nosotros (que incluya y nombre un nosotras) puede alentar verdaderos cambios frente a la injusticia y la exclusión que sacuden el mundo. El problema es, precisamente, cómo reconstruir ese nosotros desde la práctica del recelo y la sospecha interesados.
Nacho Fernández del Castro, 8 de Mayo de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario