«La muerte es la condición real que ofende a la fantasía.»
(Aaron Roy Weintraub, Harold Brodkey; Staunton, Illinois, 25 de octubre de 1930 –
Manhattan, Nueva York, 26 de enero de 1996. El alma fugitiva, 1991)
Cuando la democracia ha muerto en manos de quienes realmente deciden, los consejos de administración de las grandes transnacionales ajenos a todo control popular; en manos de quienes usurpan la voz del pueblo en un juego de representaciones impostor y torticero; en manos de unos medios de comunicación social que son el eco entusiasta de la voz de su amo; en manos de unas instituciones ajenas a los afanes que las legitimaron y ya estructuralmente corruptas; en manos de la propia ciudadanía sumisamente silente en su redefinición consumista, ¿quién puede albergar aún fantasías participativas?... Y, sin embargo, ¡son tan necesarias!. Por eso, más allá de esas vanas decisiones que prohíben al pueblo ejercer en la calle el derecho que se reconoce a los partidos convencionales, se debe seguir gritando que tales sentencias sólo vienen a confirmar las razones antisistema, que la condición real de un sistema tan muerto como asesino no podrá matar (ni limitar siquiera) nuestros sueños, que nadie puede "parcelar" el espacio público para negar selectivamente el derecho a estar en él... Que, en definitiva, no dejaremos de ningún modo que ofendan nuestra fantasía.
Nacho Fernández del Castro, 18 de Mayo de 2011.
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