jueves, 13 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 13-12-2012



«En cuanto llegaba a este punto de mi relación, todos los colonos me escuchaban con la mayor atención, especialmente con respecto al tráfico de negros, comercio entonces naciente, y cuyo monopolio se explotaba en virtud de comisiones o permisos de los reyes de España o Portugal, lo que contribuía a que los negros fuesen a la vez escasos y muy caros. Habiendo hablado cierto día de este negocio con mucho entusiasmo delante de varios plantadores y comerciantes amigos míos, tres de ellos vinieron en busca mía al siguiente día; me dijeron que habiendo reflexionado sobre la conversación que habíamos tenido la víspera, venían a proponerme una operación , sobre la que me hicieron prometer el mayor sigilo. Entonces me declararon que querían fletar un barco para la costa de Guinea; que plantadores ellos como yo, sufríamos con la escasez de esclavos; que no pudiéndose practicar este comercio libremente porque la venta pública de los negros estaba prohibida, su intención era no hacer más que un viaje únicamente y desembarcar los negros para repartírselos luego en sus plantaciones; en una palabra, me preguntaron si quería ir como comisionista en aquel viaje, y ser su agente en la costa de Guinea, ofreciéndome gozar igual parte en el reparto de los negros, sin que tuviese que contribuir en nada con mis fondos.»
 (Daniel DEFOE; St. Giles Cripplegate o en Stoke Newington, cerca de Londres, Gran Bretaña, 
probablemente el 10 de octubre de 1660 - Ropemaker’s Alley, Moorfields, Londres, 24 de abril de 1731.  
The Life and Strange Surprising Adventures of Robinson Crusoe y  
The Further Adventures of Robinson Crusoe –Aventuras de Robinson Crusoe-, 1719 
-edición en castellano, entre otras, de 1965-.)
Cuando la vida humana se convierte en negocio, todo mal es posible... Porque todo negocio exige rentabilidad en todo plazo y, para conseguirla, deben manejarse con pericia numérica las condiciones de la oferta y la demanda en los diversos mercados de recursos, trabajo y productos finales. Es decir, se trata de obtener los recursos al mejor precio para añadirles valor mediante un trabajo que lo maximice por unidad monetaria invertida, de manera que el producto pueda ser colocado en el mercado finalista con el mayor margen de beneficio. Y, en todo el proceso, se trata de encontrar también el equilibrio entre calidad y precio que maximice la satisfacción de la demanda (y minimice el coste de oportunidad) en cada mercado.
Claro, el problema es cuando los recursos, el trabajo y el producto final atañen a la vida humana... Precisamente porque la vida humana, como diría Machado, tiene valor, pero no puede ponérsele precio, y su mercantilización (por ejemplo, en los tráficos humanos vinculados a la prostitución, a la explotación laboral femenina e infantil en las maquilas, etc.), la conversión de un ser humano en mercancía, sólo puede ser defendida desde la necedad de quien cree que su situación de privilegio le da derecho a todo.
https://encrypted-tbn2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTkN1Z2E-q2RgHuKerFaoqKBo1w3Z4wz_GW2Surns-gwxyYyUTQ3wLo mismo ocurre cuando lo que se convierte en negocio es una actividad que se vincula al crecimiento psicosocial o el sostenimiento físico de los seres humanos... O sea, cuando se plantea la educación o la salud como negocio, porque al establecer mecanismos e instrumentos de atención diferencial en ambos ámbitos, indirectamente, se le está poniendo precio a  quienes deben ser atendidos... Es decir, se está afirmando (cada día más explícitamente, con más ufano descaro) que quien no merece atención educativa y/o sanitaria tiene, de hecho, un valor despreciable, un precio cero.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Diciembre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario