jueves, 20 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 20-12-2012



«Ya no tenía motivo alguno por el que levantarme cada mañana. Mi estudio estaba en el ático de un pequeño edificio de tres plantas de 9th Street; tenía un tragaluz en el techo, una cama grande en una esquina y un teléfono sobre el suelo. No había ningún otro mueble, ni siquiera un reloj. La luz me despertó. No sabía qué hora era, ni tenía especial interés en saberlo. Mi capital se reducía a una moneda de cinco centavos. No pensaba moverme hasta que sonara el teléfono y alguien me invitara a almorzar o me ofreciera un trabajo, o al menos un préstamo. El teléfono, sin embargo, se resistía, y mi estómago empezaba a protestar. Supe que cualquier intento de seguir durmiendo sería inútil.»
 (Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest, Hungría, 
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus 
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009 para la edición en castellano-.)
A veces la ausencia de estímulos exteriores, bajo la forma de aprecio de nuestro hacer, deriva en inmovilismo personal... Si nadie da valor alguno a lo que hacemos y decimos (y, entre otros problemas, nadie está dispuesto a pagar ningún precio por ello para permitirnos sobrevivir), ¿para qué movernos?, ¿para qué levantarnos siquiera de la cama?... Al menos el ahorro de energía vital reducirá las necesidades alimentarias.
Pero, ¿qué se le va a hacer?, por más que uno reduzca su propio gasto energético resulta imposible reducir a cero la ingesta alimentaria, así que dormir resulta difícil... A mucha gente, además, ya irreversiblemente racionalistas con vocación de universalidad, el dolor de los demás nos provoca insomnio y otros males asociados. Así que siempre es mejor enfrentarse a él desde planteamientos colectivos (por muy débiles que sean) que adoptar simples conductas de evitación, “mirando para otro lado”... Porque ya no hay “otro lado” cuando el mundo se globaliza y todos, de alguna o muchas formas, no convertimos en víctimas del oprobio. Nuestra voz y nuestras acciones acaso no coticen en el mercado global, pero unidas a otras voces y otras formas de actuar tal vez puedan ir cambiando las reglas del juego. Al menos en lo local e inmediato.
Nacho Fernández del Castro, 20 de Diciembre de 2012

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