«Passei a vida
debruçando na prancheta, mas – sempre repito – a vida é mais importante do que
a arquitetura. E isso explica eu dizer aos jovens que não basta sair da
faculdade como um ótimo arquiteto, mas como um homem que leu, que conhece as
misérias do mundo e contra elas vai saber se manifestar.»
«Pasé la vida dibujando en el portapapeles pero, siempre lo repito,
la vida es más importante que la arquitectura. Eso explica el por qué le digo a
los jóvenes que no basta salir de la facultad como un fabuloso arquitecto, sino
como un hombre que leyó, que conoce las miserias del mundo y contra ellas va a
saber manifestarse.»
(Oscar RIBEIRO DE ALMEIDA NIEMEYER SOARES Filho; Premio Pritzker de Arquitectura 1987, Premio Príncipe de Asturias de las artes 1989. Río de Janeiro, Brasil, 15 de diciembre de 1907
–
5 de diciembre de 2012. Minha Arquitetura, 2000.)
Y
deja los testimonios de esa voluntad,
siempre buena por más que los torpes
y rastreros gestores de su legado se empeñen emborronarla, por más que podamos estar
más o menos conformes con sus postulados
estéticos. Y sobre todo deja sus sabios consejos a las futuras generaciones
de arquitectos (y cualesquiera otros profesionales): muy por encima de la excelencia profesional, de la capacidad para hacer sublimes los resultados
de la propia tarea, está la excelencia
humana, esa sutil capacidad para leer
el mundo, reconocer sus miserias y rebelarse diestramente contra ellas.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Diciembre de 2012
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