jueves, 6 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 6-12-2012



«Passei a vida debruçando na prancheta, mas – sempre repito – a vida é mais importante do que a arquitetura. E isso explica eu dizer aos jovens que não basta sair da faculdade como um ótimo arquiteto, mas como um homem que leu, que conhece as misérias do mundo e contra elas vai saber se manifestar.»
«Pasé la vida dibujando en el portapapeles pero, siempre lo repito, la vida es más importante que la arquitectura. Eso explica el por qué le digo a los jóvenes que no basta salir de la facultad como un fabuloso arquitecto, sino como un hombre que leyó, que conoce las miserias del mundo y contra ellas va a saber manifestarse
(Oscar RIBEIRO DE ALMEIDA NIEMEYER SOARES Filho; Premio Pritzker de Arquitectura 1987, Premio Príncipe de Asturias de las artes 1989. Río de Janeiro, Brasil, 15 de diciembre de 1907 – 
5 de diciembre de 2012. Minha Arquitetura, 2000.)
Con esa hermosa manera de ser biológicamente comunista (de ser biológicamente cualquier cosa)  que florece en la mejor tradición lusista, mezcla de saudade y bonhomía, de lúcido pesimismo y amor a la vida, de creatividad exuberante y voluntad de mejorar el mundo, la voz madura de la arquitectura curva, del intento desesperado por traducir la concepción einsteniana del universo a los espacios de encuentro más humanos, se ha apagado... Era, claro, una voz, como todas las que tienen algún interés, con voluntad mestiza patente ya en su propio nombre, lleno de rastros lusos (Ribeiro, Soares), pero también teutónicos (Niemeyer) o árabes (Almeida).
Y deja los testimonios de esa voluntad, siempre buena por más que los torpes y rastreros gestores de su legado se empeñen emborronarla, por más que podamos estar más o menos conformes con sus postulados estéticos. Y sobre todo deja sus sabios consejos a las futuras generaciones de arquitectos (y cualesquiera otros profesionales): muy por encima de la excelencia profesional, de la capacidad para hacer sublimes los resultados de la propia tarea, está la excelencia humana, esa sutil capacidad para leer el mundo, reconocer sus miserias y rebelarse diestramente contra ellas.
Y, él lo dijo muchas veces y de muchas formas, para ello no basta el dominio técnico... Hace falta “perder el tiempo en esas cosas que no sirven para nada”, o sea, leer los grandes clásicos de la literatura, leer historia... Leer filosofía.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Diciembre de 2012

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