viernes, 7 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 7-12-2012



«Es posible que la mejor manera de captar la esencia de una época sea examinar no las características explícitas que definen sus construcciones sociales o ideológicas, sino los fantasmas no reconocidos que la pueblan, y que moran en una región misteriosa de entidades inexistentes que, sin embargo, persisten y siguen haciendo valer su fuerza.»
 (Slavoj ŽIŽEK; Liubliana, Yugoslavia –hoy Eslovenia-, 21 de marzo de 1949.  
The fragile absolute or, Why is the Christian legacy worth fighting for? -El frágil Absoluto o 
¿por que merece la pena luchar por el legado cristiano?-, 2000 -2002 para la edición en castellano-.)

En efecto la historia nos muestra, con frecuencia, que las sociedades, simples o complejas, autóctonas o exóticas, antiguas o contemporáneas, ajustan su devenir cotidiano más en función de imaginarios colectivos, tan difíciles de determinar con precisión como potentes en su capacidad para determinar los comportamientos y miedos individuales y colectivos, que de sus estructuras e instituciones explícitas.

De ahí la fuerza inercial del cristianismo en el control social de un Occidente progresivamente secularizado, como señala Žižek, y de ahí también la importancia de rastrear los mecanismos y fantasmas que, con su presencia no patente y apenas reconocida,  permiten la persistencia de esas actitudes, orientaciones y temores.
Por desgracia, las democracias parlamentarias occidentales han ido derivando también hacia esa “región misteriosa de entidades inexistentes que persisten y siguen haciendo valer su fuerza”... Son inexistentes porque nada tienen que ver ya con su origen: lejos de representar al pueblo, representan a sus propios amos; lejos de legislar en interés del pueblo, legislan al dictado de los intereses de sus propios amos... En suma, porque los viejos Parlamentos concebidos como templos de la democracia y casa de la ciudadanía toda, se han convertido en prisiones donde la democracia permanece secuestrada y búnkeres donde los representantes del poder económico real se atrincheran frente a una ciudadanía más o menos indignada.
Y, sin embargo, siguen haciendo valer su fuerza para imponer o deponer torticeramente leyes a su antojo (perdón, al antojo de sus amos) modificando constituciones sacralizadas cuando así lo exigen quienes realmente mandan, rompiendo compromisos normativos sobre actualización de las pensiones, desmantelando derechos constitucionalmente reconocidos y normativamente desarrollados, permitiendo que los poderosos se pasen esas leyes vigentes por el mismísimo arco de triunfo mientras se vapulea (en nombre del orden público), encarcela(en nombre de la justicia) y demoniza (en nombre de la información) a quien humildemente se rebela contra su expolio planificado, etc..
Y así seguimos, dando pábulo y legitimidad el oprobio globalizado y sus valedores merced a nuestros fantasmas y miedos imaginarios... ¿Hasta cuándo?.
Nacho Fernández del Castro, 7 de Diciembrebre de 2012

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