«Me encontraba
ante un interesante dilema. Si hubiera tenido una máquina de escribir, y el
carácter suficiente, habría respondido a Collier’s para contarles que
estaban requiriendo los servicios de un enemigo extranjero, que no podía ir ni
a Nueva Jersey, mucho menos a Inglaterra, y que el único lugar al que podía
llevar mi cámara era a la
Oficina de Propiedades de Enemigos Extranjeros del
ayuntamiento.
No
tenía máquina de escribir, pero sí una moneda de cinco centavos en el bolsillo.
Decidí echarla al aire. Si salía cara, intentaría salirme con la mía y viajar a
Inglaterra; si salía cruz, devolvería el cheque y le explicaría la situación a Collier’s.
Lancé
la moneda y... salió cruz.
Entonces me di cuenta de
que en una moneda de cinco centavos no había ningún futuro y tomé la decisión
de guardar (y cobrar) el cheque y apañármelas de algún modo para llegar a
Inglaterra.»
(Endre Ernö
Friedmann, conocido como
Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest,
Hungría,
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009
para la edición en castellano-.)
En
cualquier caso, una cosa está clara: los verdaderos y constantes verdugos ni somos nosotros ni nuestros colegas...
Ni siquiera esa casta política que
llena los espacios públicos con profusión de carteles desde los que sus jetas nos
exigen que, como ciudadanía ejemplar, hagamos el favor de renovarles la confianza.
Los
verdaderos y constantes verdugos
forman parte de ese imaginario colectivo
del poder que se sitúa más allá de nuestra vista, de nuestros votos y
nuestra capacidad de acción más o menos directa, en ese espacio borroso, más determinante que determinado, de la ostentosidad privada (tras los altos muros que
hacen opacos sus reinos) y la discreción pública (tras el primer plano que
ocupan sus testaferros)...
Nacho Fernández del Castro, 22 de Diciembre de 2012
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