sábado, 22 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 22-12-2012



«Me encontraba ante un interesante dilema. Si hubiera tenido una máquina de escribir, y el carácter suficiente, habría respondido a Collier’s para contarles que estaban requiriendo los servicios de un enemigo extranjero, que no podía ir ni a Nueva Jersey, mucho menos a Inglaterra, y que el único lugar al que podía llevar mi cámara era a la Oficina de Propiedades de Enemigos Extranjeros del ayuntamiento.
No tenía máquina de escribir, pero sí una moneda de cinco centavos en el bolsillo. Decidí echarla al aire. Si salía cara, intentaría salirme con la mía y viajar a Inglaterra; si salía cruz, devolvería el cheque y le explicaría la situación a Collier’s.
Lancé la moneda y... salió cruz.
Entonces me di cuenta de que en una moneda de cinco centavos no había ningún futuro y tomé la decisión de guardar (y cobrar) el cheque y apañármelas de algún modo para llegar a Inglaterra.»

 (Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest, Hungría, 
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus 
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009 para la edición en castellano-.)
En estos tiempos de oprobio globalizado en los que todos somos víctimas, pero podemos ser ocasionalmente verdugos porque siempre hay gente en peor situación a nuestro lado, los dilemas morales se multiplican y florecen en cada esquina...
En cualquier caso, una cosa está clara: los verdaderos y constantes verdugos ni somos nosotros ni nuestros colegas... Ni siquiera esa casta política que llena los espacios públicos con profusión de carteles desde los que sus jetas nos exigen que, como ciudadanía ejemplar, hagamos el favor de renovarles la confianza.
Los verdaderos y constantes verdugos forman parte de ese imaginario colectivo del poder que se sitúa más allá de nuestra vista, de nuestros votos y nuestra capacidad de acción más o menos directa, en ese espacio borroso, más determinante que determinado, de la ostentosidad privada (tras los altos muros que hacen opacos sus reinos) y la discreción pública (tras el primer plano que ocupan sus testaferros)...
Y ellos son, con frecuencia, quienes nos sumerjen en esos dilemas morales, tan convenientes para sus intereses... Así que obremos con respecto a los amos del mundo y las instituciones formales a su servicio con el maravilloso cinismo de Robert Capa: no renunciemos a sus migajas y tratemos de burlar al máximo sus controles.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Diciembre de 2012

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