«¿Quién podría afirmar que una eternidad de dicha puede compensar un
instante de dolor humano?.»
(Albert CAMUS; Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960.
La peste, 1947.)
Ahora bien,
supongamos (y está claro que es muchísimo suponer, teniendo en cuenta que el sistema se basa precisamente en la desigualdad en las oportunidades de acceso a
los bienes y servicios como estímulo
de una obsesión alienada y alienante por la búsqueda del dinero y el
mantenimiento de un estado personal de
insatisfacción, consumista, permanente) que esos beneficios futuros fueran
mínimamente creíbles... ¿Podrían compensar uno sólo de los momentos de injusto dolor infringidos en el presente
a los seres humanos concretos?, ¿podrían
compensar los padecimientos de tantas personas desahuciadas, condenadas al
desempleo, privadas de una educación que garantice la igualdad de oportunidades vitales o de una atención sanitaria verdaderamente ligada a la salud pública, arrojadas en suma a un proceso lacerante de precarización de la vida?.
Evidentemente,
no... Y es tiempo de hacer esta reflexión cuando va a iniciarse el año del
centenario del nacimiento de Albert Camus, que tanto reflexionara sobre este
tipo de cuestiones desde una perspectiva acaso más metafísica...
Aquí y ahora, en
este tiempo de oprobio globalizado y devastación de derechos universales, está
claro, lo vemos todos los días, que muchas de las buenas gentes forzadas al sufrimiento presente se quedarán
trabadas en él; no podrán llegar nunca a los hipotéticos gozos futuros... Si
los huebiera o hubiese.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Diciembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario