«Me di la vuelta en la cama y vi que la casera había echado tres cartas por debajo de la puerta. El único correo que había recibido en las semanas anteriores habían sido facturas de teléfono y electricidad. La misteriosa tercera carta me hizo salir de la cama.
Como
era de esperar, una de las cartas era de Consoldated Edison, la compañía
eléctrica. La segunda venía del Departamento de Justicia, y me informaba de que
yo, Robert Capa, exciudadano húngaro y actualmente sin nacionalidad definida,
pasaba a ser considerado por la presente un potencial enemigo extranjero, y
como tal debía hacer entrega de mis cámaras, objetivos y armas de fuego, además
de solicitar un permiso especial si quería alejarme a más de quince millas de
Nueva York. La tercera carta era del redactor jefe de la revista Collier’s. Me
decía que Collier’s, después de haber valorado mi portfolio fotográfico durante
dos meses, había llegado a la repentina conclusión de que yo era un gran
fotógrafo, que estaría encantado de encargarme un proyecto especial, que me
habían reservado una plaza en un barco que salía hacia Inglaterra en cuarenta y
ocho horas y que adjuntaba un cheque de 1 500 dólares como anticipo.»
(Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest,
Hungría,
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009
para la edición en castellano-.)
En ocasiones la vida nos da sorpresas agradables (aunque puedan ser
de acceso problemático) cuando más ahogados nos sentimos... Por ejemplo, como
aquí y ahora no pasa nada y no tenemos de qué hablar, ocupamos nuestros afanes
en comentar la predicción maya sobre el fin
del mundo, el cambio de ciclo cósmico
o lo que sea que debiera haber ocurrido hace unas horas (y hasta respetables
baluartes del avance científico-tecnológico
occidental, como la NASA, acaban “aclarando científicamente”
la total falta de credibilidad de la profecía, teoría, agüero o lo que fuera).
¿No
supone una amenaza más drástica para nuestro mundo la crisis/estafa que las prácticas fraudulentas de la nueva economía financiera globalizada,
esa corrupción que tan
convenientemente “engrasaba el sistema”
o las desmesuras consumistas provocaron?.
¿No exige con urgencia la actual falta de horizontes de recuperación una cambio
radical de ciclo en la manera de enfocar los asuntos económicos y la organización
de nuestras sociedades?.
Pero
los amos del cotarro siguen siendo los mismos y mantienen a sus testaferros de
la casta política en sus puestos, así que prefieren que sus voceros mediáticos,
aparte de extender la buena nueva neoliberal para que aceptemos como natural y
necesaria la demolición de lo público, hablen de cuestiones más exóticas, nos
entretengan con otras cosas.
Así,
la única sorpresa agradable que cabrá esperar será la recepción individual, en medio del aluvión de
facturas impagadas, de algún sustancioso cheque capaz de sacarnos momentáneamente del apuro. Porque, ante todo, hay que
evitar que, en lo colectivo, nuestras
sorpresas agradables vayan más allá de los beneplácitos y sonrisas cómplices
porque, después de todo, ni el mundo se ha acabado ni el ciclo cósmico (sea
esto lo que fuere) parece que vaya a sufrir un cambio repentino... ¡No vaya a
ser que, en una de éstas, pasemos de la charla
de café para arreglar ociosamente al mundo a la unión rebelde para intentar transformarlo!.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Diciembre de 2012
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