jueves, 12 de enero de 2012

Pensamiento del Día, 12-1-2012

« Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para empezar mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.»
(Charles John Huffam DICKENS; Portsmouth, Inglaterra, 7 de febrero de 1812– Gads Hill Place,
9 de junio de 1870. David Copperfield, 1849–1850)

Es dura la condición del héroe, siempre dispuesto a enfrentar la vida con vocación de ejemplaridad, sin tentación alguna de perezosa apatía, lleno de esa quijotesca voluntad de enderezar entuertos, vacío de cualquier propensión al desdoro... Y, en realidad, múltiples son las heroínas y héroes que van conformando nuestros días, dándoles luz y sombra, haciéndolos maldecibles acaso, pero siempre modestamente vivibles mucho más allá de nuestros propios pasos y expectativas.
Llegamos al mundo gritando y lo abandonamos en silencio (por mucho que las apologías al uso se empeñen en colocar frases transcendentes en los labios de los moribundos más egregios) mientras algún reloj señala una hora cualquiera... Pero lo que importa es, precisamente, lo que hacemos y somos entre esos gritos iniciales y ese silencio postrero. Es decir, todo lo que hacemos y somos, junto a otros (esas heroínas y héroes particulares de nuestra biografía), para que esas horas extremas, como el lugar o la fecha de tales acontecimientos, resulten, mal que les pese a brujas, augures y otros embaucadores, totalmente irrelevantes.

Nacho Fernández del Castro, 12 de Enero de 2012

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