martes, 17 de enero de 2012

Pensamiento del Día, 17-1-2012

«Algún día todo lo que aquí con mi voz te acabo de decir,
Por sí mismo, sin que Dios los haya venido a instruir.
Tus semejantes lo sabrán. Los humanos, tus semejantes
Encontrarán infalibles caminos hacia adelante.»

 (André Marie CHÉNIER; Estambul, 30 de octubre de 1762 - París, 25 de julio de 1794. 
Hermes –fragmento-, 1795.)
Es tantas veces ingenua la palabra revolucionaria, que apenas podemos relacionarla con el Terror que, a menudo, la rodea y la mancilla... Mientras unas gargantas gritaban «¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!», unas manos manejaban la guillotina para, tomando el nombre de esos valores en vano, seccionar otras gargantas... Con frecuencia, las mismas gargantas que poco antes habían invocado con entusiasmo los principios revolucionarios.
Y es que lo humano, libre ya de lo divino, no se libera, sin embargo, de la furia redentora, del fundamentalismo sectario, del recelo ante lo desconocido y diferente. Por eso es mejor quedarnos con la ingenuidad de los versos que con el desmedido afán purificador de los actos, es mejor despertar las sonrisas complacientes ante unas rimas forzadas que agitar los redentorismos furibundos, por muy laicos que estos sean. Porque no hay convivencia posible sin un fondo de tolerante discrepancia, como no hay arte posible rendido al afán de la moralina.

Nacho Fernández del Castro, 17 de Enero de 2012

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