« Antes de morirme me gustaría hacer una película en la que pudiera decir: “A ver, esos 100.000 extras, que se echen más a la derecha”.»
(Juan Antonio BARDEM Muñoz; Madrid, 2 de junio de 1922 – 30 de octubre de 2002.)
Romper los moldes de la rutina cotidiana con pequeños gestos de desmesura... Uno sólo será un buen profesional, un meritorio artesano (y, si me apuran, hasta una buena persona), si alberga entre sus sueños el de manejar lo excelso, lo extraordinario, lo desmesurado, en los asuntos que habitualmente le ocupan. Convertir, en la propia tarea, lo intranscendente en sublime es la forja y el reto de la verdadera maestría y quien, aunque sólo sea por un instante, no lo desea sólo podrá ser un sumiso repetidos de rituales preestablecidos.
No, no se trata de la necesidad de ser un genio, sino de que la voluntad de contar, enseñar o hacer exige la querencia por el depósito de alguna huella personal (subjetiva y caprichosa), de algo que torne el fruto de nuestra labor en inequívocamente nuestro, más allá de su apropiación por parte de aquéllos para quien trabajamos... En definitiva, en algo personalmente reconocible, porque ello tendrá un doble beneficio: proyectará ese reconocimiento hacia nosotros mismos, como autores, e impedirá que nuestra tarea resulte tan alienante.
Nacho Fernández del Castro, 19 de Enero de 2012
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