viernes, 11 de enero de 2013

Pensamiento del Día, 11-1-2013



«No estamos pregonando que todo el mundo debería tratar de desarrollar toda clase de talentos. Lo que estamos tratando de expresar es que casi todo el mundo está en capacidad de desarrollar la mayoría de habilidades o aptitudes reconocidas como talentos, siempre que esté debidamente motivado (o si logra desarrollar esa motivación), que se le brinden las oportunidades del caso (según sus necesidades y estado de desarrollo) y que se reúnan las condiciones adecuadas para el aprendizaje a todo lo largo de la relativamente larga secuencia de etapas necesarias para el completo desarrollo del talento.»
 (Benjamin BLOOM; Lansford, Pensilvania, Estados Unidos, 21 de febrero de 1913 – Chicago, Illinois, 
13 de septiembre de 1999. “La naturaleza humana y el aprendizaje escolar : La naturaleza del talento” en Human Characteristics and School Learning -Características humanas y aprendizaje escolar-, 1976 -1977 para la edición en castellano-..)
http://www.elsalvador.com/noticias/2005/01/26/nacional/img/lo.JPGLa escuela de hoy tiene un reto fundamental: convertir las niñas y niños que llegan a sus aulas desde una sociedad cuyos modelos oscilan, casi sin puntos intermedios, entre el éxito fácil (casi siempre ajeno a cualquier consideración ética y/o colectiva) y el desánimo radical (casi siempre basado en las dolorosas experiencias de la precariedad en un entorno laboral extremadamente hostil), en seres ávidos de encontrar el mejor cauce para el desarrollo pleno de us talentos.
No es fácil hacerlo... Ni con quienes proceden de entornos obsesionados por la rápida obtención del mayor beneficio personal con el menor esfuerzo y escrúpulo, ni con quienes parten de contextos deprimidos por la precarización de la vida.
Pero, revitalizando los restos del naufragio de los viejos ideales emancipadores y resistiendo las presiones crecientes hacia el monopolio del afán normalizador, debe intentarlo con voluntad tan tenaz como diestra. Es decir, debe suministrar elementos de motivación suficientes para que cada alumna o alumno se sienta tentado por las oportunidades que se le ofrecen para cogestionar, desde sus propias necesidades y condiciones, las mejores vías para el desarrollo máximo de sus habilidades más destacadas.
Ello, desde luego, tiene muy poco que ver con las demandas de los mercados y los parámetros macroeconómicos; pero mucho, desde luego, con el bienestar personal y colectivo... O sea, con la vida.
Así que, en síntesis, la alternativa es esa: una escuela inclusiva para la vida o una escuela exclusiva para los mercados.
Las administraciones educativas parecen tenerlo muy claro (véase el arranque del proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa)... ¿Y ustedes?.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Enero de 2013

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