«1.- Piensa que no has heredado este planeta sino que
lo tienes en usufructo y has de devolverlo mejor que lo encontraste.
2.- El artículo anterior te obliga a respetar a los
animales, las plantas y los minerales. Entre los primeros no solo está el
hombre. Por añadidura, el más débil tiene razón.
3.- La cultura occidental es la que se ha impuesto en
el mundo pero no significa que sea la auténtica. Respeta el saber de los demás
como el tuyo propio.
4.- La mujer y el niño son la Humanidad en su más puro
estado. Respétalos siempre, pues son la semilla que hay en tí.
5.- Lo que han fabricado manos de hombre en un entorno,
debe permanecer en ese ambiente. Lucha porque así sea.
6.- El animal más feroz es menos peligroso que tu. El
mayor depredador de la Tierra
es el hombre.
7.- Si todos fuésemos iguales, este planeta sería
aburridísimo en extremo. Ayuda a que todos sus habitantes sigan
siendo ellos mismos y defiende sus costumbres siempre que éstas no atenten a la
dignidad de sus semejantes.
8.- Reparar no es restaurar. Cuando destruimos un
bosque, jamás lo podremos reconstruir como fue. Solo ponemos
esparadrapos.
9.- Escucha a los indígenas y a los mayores. Sus
enseñanzas te serán valiosas en el futuro. No los desprecies. Son la
experiencia de nuestra estirpe, nuestra memoria genética.
10.- Si eres un auténtico aventurero, sé fuerte con los
fuertes y débil con los débiles. Y así, como decía Rudyard Kipling, te podrás
llamar “hombre”.»
(Enrique MENESES MINIATY; Madrid, 21 de
octubre de 1929 - 6 de enero de 2013.
“Decálogo del
aventurero” de su página oficial Cien miradas de Enrique Meneses, http://www.enriquemeneses.com/decalogo-del-aventurero/,
30-7-2008.)
Algunos de sus principios,
desde luego, pueden sonarnos a vacuidad
bienintencionada o a ingenuo
voluntarismo, pero, en cualquier caso, ¡qué necesarias resultan las buenas intenciones y mejores voluntades en
estos tiempos de pensamiento único y oprobio globalizado!.
Porque, ¿cómo podemos seguir aceptando el avance
inexorable del planeta hacia su colapso para beneficio de unos pocos?, ¿cómo
seguir desoyendo las razones de los más débiles?, ¿cómo seguir tachando
altivamente cualquier costumbre o saber relegados (por su improductividad) como mera superchería o desvarío?, ¿cómo seguir aplastando la humanidad concreta bajo el peso de una economía abstracta y excluyente?, ¿cómo mirar hacia otro lado ante
el expolio permanente de cuanto logro humano se considera susceptible de
constituirse en negocio?, ¿cómo
permanecer impasible ante la irrefrenable propensión
depredadora del ser humano?, ¿cómo soportar la continuada demonización de la diferencia, aún cuando
ésta muestre una inequívoca voluntad de
alentar una sociedad más inclusiva?, ¿cómo seguir dando por buenas las aparentes reparaciones tecnológicas de
cuanto, destruido en la naturaleza,
resulta ya irrecuperable?, ¿cómo dar
por bueno el constante desprecio de la experiencia
y de la memoria esencial en aras
de una mitificación de lo nuevo y aparente?... ¿Cómo, en fin, seguir
soportando este mundo en el que
quienes representan su papel de
gobernantes son cada día más fuertes
con los débiles y más débiles con los
fuertes?.
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