«Los disparos y los gritos han resonado en las paredes, en los
enlosados como en los tam-tam primitivos, campanas fantásticas han tocado a
rebato. Como los pitidos de los trenes que el silencio de la noche transmite a
distancias opuestas, los disparos, las canciones escuadristas han resonado en
todas las calles y han provocado terror. Es la antigua facción dominante que
repite sus matanzas, con el favor de la luna. Y de la autoridad. Esta noche la
policía está acuartelada: la ronda de los amonestados ha señalado, al volver de
la inspección ‘sin novedad’ en su informe. Entretanto las Bandas Negras
realizan la matanza.»
(Vasco
PRATOLINI; Florencia, Italia, 19 de octubre de 1913 - Roma, 12 de enero
de 1991. Cronache di Poveri Amanti –Crónicas de los pobres amantes-,
1947 –edición en castellano, entre otras, de 1981-.)
Cuando el común
de los mortales oye silbar en la oscuridad el seco disparo de la precarización de la vida, cuando el pueblo siente que ha perdido el último
tren en el desierto andén de una democracia
ficticia y helada, cuando las reealidades
más lúgubres de la miseria estallan en las pupilas de las buenas gentes como un tam-tam tan prístino
como atávico, cuando los gritos de pánico
cada vez más cercanos hieren ya los oídos de cada cual... Cuando la ciudadanía
intuye detrás de las hirientes aristas de cada recorte de derechos campanas que “tocan a muerto”, quienes nos (des)gobiernan, fieles a sus
amos (y con el favor de esas lunas a
las que, como a todo, han puesto precio),
siguen emitiendo informes para afirmar que todo “marcha sin novedad”, que “con
el esfuerzo de todos, saldremos de ésta”, que “permanezcamos en silencio y en
actitud sumisa”... Mientras tanto esos amos
del mundo van llenando sus bolsillos, agitando amenazadoramente sus intereses (que llaman mercados) e incrementando, ante nuestras
narices, cada día con menos disimulo, el colectivo de quienes son condenados al
paredón del el paro, el desahucio y la exclusión social. En fin, del oprobio globalizado.
Las
viejas y nuevas facciones dominantes,
amparadas por las autoridades
(in)competentes y protegidas por las fuerzas
de (su) orden, siguen aprovechando todas las sombras de la crisis (como los tesoreros de partidos acumuladores
de tesoros, como los empresarios mineros nostálgicos del feudalismo) para realizar
sus matanzas simbólicas (a veces,
reales).
¿No
es hora de sacudirse el miedo y pararlo
de algún modo?.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Enero de 2013
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