domingo, 13 de enero de 2013

Pensamiento del Día, 13-1-2013



«Dos de los bebés de mi muestra, Paulo y William, están en los grupos de apego seguro.  Sin embargo, el pronóstico sobre su salud mental difiere si uno lo juzga desde la conducta de la madre hacia los otros hijos de la familia, y la respuesta de éstos hacia ella.  La madre de William reparte su tiempo y afecto entre todos sus hijos.  La madre de Paulo dedica su atención mayoritariamente al bebé lo cual hace sentirse abandonados y rechazados a los hijos. Quizás esto ilustra una causa por la cual la relación entre el apego del infante y la salud mental futura no es muy simple.»
 (Mary Dinsmore Saslter AINSWORTH; Glendale, Ohio, Estados Unidos, 1 de diciembre de 1913 – Charlottesville, Virginia, 21 de marzo de 1999. “The development of infant-mother interaction among the Ganda” en Determinants of Infant Behavior, editado por B.M. Foss, 1963.)
Por mucho que sea el bienestar sentido en un momento y mucha la seguridad y la cohesión que nos hayan facilitado instituciones y personas, eso no significa nada de cara al mañana... Las figuras de apego y las sensaciones de ventura son tornadizas; es más, el mayor apego y la más nítida percepción de comodidad se vuelven, ante eventuales distancias reales o imaginadas, en desafecto (incluso odio) y malestar insoportable.
Ayer mismo quienes representaban sus papeles de testaferros y valedores del poder económico real nos prometían bienestar eterno y creaban las condiciones para hacernos creer que nunca viviríamos “por encima de nuestras posibilidades”, porque su papel era extender esas posibilidades hasta el infinito... Nos ofrecían la mayor cohesión social en el mejor de los mundos posibles y hasta, si se les forzaba un poco, se mostraban en disposición de rellenar la brecha entre el mundo rico y el mísero como habían derribado el muro que separaba al Este del Oeste.
Hoy están y los sentimos (hasta el Centro de Investigaciones Sociológicas lo muestra con creciente claridad) cada día más lejos, mientras ahora nos acusan de haber sido nosotros los que “libremente” fuimos decidiendo “vivir por encima de nuestras posibilidades”.
Pero uno, como el Roberto Cantoral de La barca, “no concibe la razón de que la distancia sea el olvido”. Y recuerda... Recuerda esos bancos que sustituyeron sus especialistas estructurales en evaluación de riesgos por agentes comerciales a comisión, recuerda esa casta política ufana haciendo gala de un crecimiento económico centrado en la burbuja inmobiliaria, recuerda esos medios de comunicación hablando del consumismo como la panacea del desarrollo de toda sociedad.
Resulta más evidente cada día que esa casta política que tanto “podía prometer y prometía” quiere más a sus amos (sus multinacionales, sus intermediarios, sus bancos, sus voceros) que a su pueblo... De hecho, detrae continuamente las migajas postreras de atención o afecto potencialmente dirigidas a éste para volcarlas generosamente sobre aquéllos.
Así que, a medida que la cohesión social y el bienestar común saltan por los aires, su relación con las actitudes futuras de la población se tornan más complejas y problemáticas... Y la “salud mental colectiva” está en peligro.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Enero de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario