domingo, 20 de enero de 2013

Pensamiento del Día, 20-1-2012



«Para nosotros que leemos a Hegel después de las catástrofes y del sufrimiento sin nombre del siglo, la disociación operada por la filosofía de la historia, entre la consolación y reconciliación ha llegado a ser una gran fuente de perplejidad: porque mientras más prosperan los sistemas, más son marginadas las víctimas del sistema. La propuesta intentada por el sistema falla. El sufrimiento, expresado como lamento, es aquello que queda excluido del sistema.»
 (Paul RICOEUR; Valence, Charente), Francia, 27 de febrero de 1913 - Châtenay-Malabry, 20 de mayo de 2005. Le Mal: un défi à la philosophie et àla théologie –El Mal: un desafío a la filosofía y a la teología -, 1986 
- edición en castellano de 2006-.)
El viejo idealismo, con sus distintas formas de enunciar su confianza en la constante superación del espíritu hacia alguna suerte de culmen de la Humanidad, se ha demostrado iluso... Atónitos todavía por los desmanes y tropelías del pasado siglo, asistimos en el presente a una forma, menos súbita acaso, pero mucho más insensata y tenaz, de avance irreflexivo hacia el colapso ecológico, económico, social, político y humano.
¿Podemos hablar de superación de los viejos horrores del siglo XX mientras mantenemos a más del ochenta por ciento de los seres humanos en la miseria?, ¿podemos hablar seriamente de lucha contra las desigualdades injustas mientras toleramos que la inmensa mayoría de la carga de esa miseria (y la inmensa minoría del reparto del pastel en el mundo rico) recaiga sobre las mujeres?, ¿podemos hablar de este sistema de explotación y consumo como el más eficaz mientras convierte cada día a más personas en víctimas más indefensas?...
No, la vieja disociación hegeliana entre consolación y reconciliación carece, aquí y ahora, por completo de sentido. No hay ya consuelo posible para tantas víctimas sufrientes que, en su lamento, ni siquiera encuentran la más mínima voluntad de reconciliación (ni siquiera de reconocimiento) por parte de sus verdugos, prestos a mirar continuamente para otro lado.
Nacho Fernández del Castro, 20 de Enero de 2013

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