martes, 29 de enero de 2013

Pensamiento del Día, 29-1-2013



«Es una filosofía [la del Método Fukuoka] para trabajar juntos con la naturaleza y no en contra, de observar prolongadamente y atentamente en lugar de trabajar mucho y descuidadamente, de considerar las plantas y los animales en todas sus funciones en lugar de tratar a los elementos como sistemas de un solo producto.»
(Masanobu FUKUOKA; Iyo, Ehime, 2 de febrero de 1913 - 16 de agosto de 2008. The Natural Way of Farming: The Theory and Practice of Green Philosophy, publicado con  Frederic P. Metreaud, 1985.)
En estos tiempos de nada acelerada, o sea, de la práctica irreflexiva del “tira que libras”, el amor a la propia tarea, el cuidado amoroso de cada uno de los elementos que intervienen en la misma, olvidándose de las prisas, los procesos de obsolescencia inducida y, en general, los mercados, es un bien inapreciable (es decir, al que no se puede poner precio, porque es todo valor intrínseco).

Fukuoma supo hacerlo con su agricultura natural vinculada a la filosofía verde, pero, que nadie se llame a engaño, cada cual puede hacerlo en sus propias tareas, en su propia forma de hacer las cosas... ¿Quién no puede considerar detenidamente, tras la observación necesaria, la características y funciones propias de cada elemento que interviene en sus acciones más habituales?, ¿quién no puede valorar con detalle las consecuencias de cada una de sus intervenciones sobre el mundo que le rodea (naturaleza, personas, cosas,...)?...

¿Que hay que comer y el margen de maniobra en un trabajo por cuenta ajena es muy limitado?... De acuerdo. Pero la vida es mucho más que eso y cada acto personal tiene condiciones y consecuencias naturales, sociales, casi diría ontológicas...

Así que prestar un poco de atención al asunto nos ayudaría, sin duda, a priorizar el vivir (el tener la satisfacción de vivir) sobre el tener (el tener, simplemente, sin satisfacción más allá del hecho mismo de la posesión).

En definitiva, abriría el tiempo para ser mundo, rebelándonos contra el simple estar en el mundo. Y revelándonos, acaso, elementos y funciones también olvidados, por falta de observación y práctica, de nosotros mismos.
Nacho Fernández del Castro, 29 de Enero de 2013

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