lunes, 18 de febrero de 2013

Pensamiento del Día, 18-2-2013



«[...] Y vivió con intensidad. No debió dar gran importancia al mundo del pasado ni al mundo del porvenir...»
 
 (Pío BAROJA Y NESSI; San Sebastián, 28 de diciembre de 1872 – Madrid, 30 de octubre de 1956.  
El aprendiz de conspirador, 1913.)
Embriagados, para bien y para mal, por el aquí y ahora, por sus urgencias y demandas, prestamos poca atención al pasado y al porvenir.

No es ello malo, pues esa fijación obsesiva en el presente permite vivir cada instante con una intensidad plena, aunque sea a costa de marcar cierta despreocupada distancia con el ayer y el mañana... Es, en fin, una suerte de horaciano carpe diem procedimental.

“Carpe diem quam minimum credula postero” decía, en efecto, el poeta romano de Venusia (Odas I, 11), pero, cuando vienen tan mal dadas, ¿cómo evitar que la confianza en que lo próximo sea mejor aliente nuestro ánimo?, ¿cómo esquivar alguna nostálgica reminiscencia de lo anterior que nos sirva de consuelo?.

Está muy bien, claro, no dejar para mañana lo que podamos hacer hoy, pero, cuando el hoy limita nuestras posibilidades de gozo en medio de una opresión globalizada, nuestro hacer presente acaso debiera centrarse con especial afán en la preparación colectiva  de un mañana en el que eso no siga ocurriendo, en el que se maximicen y universalicen las fuentes de gozo y se minimicen las (malas) raíces de la opresión.

Es muy romántico, por supuesto, vivir cada momento de nuestra vida como si fuese el último, pero, mientras la precarización de la vida nos hipoteca cada instante, tal vez lo más razonable sea emplear nuestros alientos vitales presentes en la lucha común por un futuro libre de esas cadenas, en el que podamos disfrutar la vida compartiendo un mundo más habitable.

Por eso, aunque la Intelligentsia mediática se muestre tan dispuesta a cumplir su función mediatizadora de nuestro pensamiento para convencernos de que lo que hay no sólo es lo que hay (lo natural, lo único), sino, además, “el mejor de los mundos posibles”, no podemos caer en la trampa... No podemos dedicarnos a vivir más o menos alegremente (mientras podamos) el instante en este mundo posible, olvidados del ayer y del mañana.

Debemos buscar afanosamente en el ayer las razones del hoy y los rastros que nos permitan el pergeño colectivo del incipiente camino hacia un mañana más digno de ser vivido.
Nacho Fernández del Castro, 18 de Febrero de 2013

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