«Solo a veces, de noche, cuando vuelven tarde de alguna fiesta, sus
vestidos parecen raídos ante el espejo, deformados, sucios, ya observados por
demasiada gente y casi impresentables.»
(Franz KAFKA; Praga,
Austria-Hungría –hoy capital de la República
Checa-, 3 de julio de 1883 –
Kierling, Austria, 3 de junio de
1924 –enterrado el 11 de junio en la parte judía del Nuevo Cementerio de
Praga-Žižkov-.. “Kleider”
–“Vestidos”- en Betrachtung –Contemplación-, 1913
-2008,
entre otras, para la edición en castellano-.)
Es lo que, aquí y ahora, pasa con la casta política... Cuando está representando su papel (o sea, velando por los intereses de sus amos)
en los teatrillos institucionales
suele aparecer impoluta, impecable y hasta circunspecta, como si de verdad estuviese
haciendo algo que requiriese talento, pompa y honor... Pero, cuando se relaja,
cuando lejos de sus tablas parlamentarias sospecha que ya nadie se preocupa de
ella, se torna vulgar y grosera, y hasta sus indumentos aparecen vejados por la
oscuridad de los fondos con los que han sido financiados, raídos por el afán de
seducir tantas miradas, impresentables por la obscena petulancia de quienes los
rellenan.
Pero
los espejos no mienten y, por muy arteros que sean los sastres, acaban por
denunciar toda la deformación y suciedad que daña el vestuario y la tramoya
del gran teatro político... Por eso el poder
ha desarrollado estrictos controles sobre
las industrias culturales: ¡para tapar todos los espejos con papeles y
pantallas!.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Febrero de 2013
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