sábado, 2 de febrero de 2013

Pensamiento del Día, 2-2-2013



«La única cansada era yo, cansada de ceder.»
 (Rosa Louise McCailey, después Rosa PARKS; Tuskegee, Alabama, Estados Unidos, 4 de febrero de 1913 - Detroit, Michigan, 24 de octubre de 2005, enterrada en la Rotonda del Capitolio en Washington 
seis días después. Rosa Parks: My Story, 1992.)
Los “sobres en negro” pasaban de mano en mano y, desgraciadamente, seguirán pasando con técnicas más sofisticadas y evitando registros tan chapuceros... Se salva a la banca y se evita el rescate del país echando mano del noventa por ciento de los “intocables” Fondos de Pensiones para comprar Bonos del Estado propios...
La desvergüenza de las cúpulas de la casta política parece no tener límite y comienza a sonrojar ya hasta a sus propias bases más limpias... O menos informadas, más inconscientes de su auténtico papel, más alejadas de los pagos concretos por la “servil representación de los mercados” (que no de esa población crédula que aún participa en los comicios).
Y la ciudadanía, ¡qué?... Atónita e indignada parece aún incapaz de reaccionar ante tamaño latrocinio organizado. Al lado de cada uno de nosotros vemos personas conocidas cuya vida se precariza, gentes miserabilizadas por esta crisis que nos estafa... Leemos lúgubres historias con protagonistas que han visto su cordura atacada por la debacle de su mundo personal, hasta emprender, en ocasiones, un vuelo sin retorno a través de cualquier ventana propicia para los ocasos más tristes... Oímos, sin rechistar, los discursos ufanos en los que quienes están cobrando del erario público por aplicar el principio de “privatización de las ganancias, socialización de las pérdidas” nos acusan de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”.
Y, aunque sabemos que lo que está realmente por encima de nuestras posibilidades es que tengamos que financiar sus tejemanejes en negro y hasta sus mismos salarios y prebendas por la pésima representación que hacen cada día en su teatrillo de sombras institucional, casi nada (o muy poco) decimos y hacemos... Y seguimos tolerando, desde la sumisión temerosa, que recorten nuestros salarios y derechos, que privaticen nuestras esperanzas comunes, y hasta que cuestionen la duración (excesiva) de nuestra vida.
¿Algún día aprenderemos de las viejas adalides de los derechos civiles, como Rosa Parks en su pionera negativa a dejar su asiento a alguien cuya único valor era tener una piel más clara, a mostrar a las claras nuestro cansancio de ceder continuamente?.
Nacho Fernández del Castro, 2 de Febrero de 2013

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