miércoles, 1 de mayo de 2013

Pensamiento del Día, 1-5-2013



«A pesar de que interrogar ya es empezar a contestar, nosotros, demasiadas veces y con pereza creciente, renunciamos al obligado ejercicio de la búsqueda en todas las direcciones.»
 
 (Joaquín ARAÚJO PONCIANO; Madrid, 31 de diciembre de 1947.  
Ecos... lógicos: para entender la Ecología, 2000.)
Hoy, Día Internacional de los Trabajadores por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (París, 1889), es la ocasión para plantearnos, además de la necesidad de ahondar en las reivindicaciones de la distribución del trabajo y de la dignidad y y equidad en las condiciones de desempeño del mismo, además de hacer recuerdo y homenaje de los olvidados Mártires de Chicago (esos sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados por alentar la huelga que se iniciara tal día como hoy de 1886 para reclamar ¡la jornada laboral de ocho horas!, y que culminaría, tres días después, con la Revuelta de Haymarket), algunas preguntas...
¿Cómo es posible que hayamos dejado que la burguesía bien pensante, en su impulso de la modernidad, nos convenciese (pese a pequeñas resistencias intelectuales de distintos signos, como el El derecho a la pereza -Le droit à la paresse, 1880-1883- de Paul Lafargue o el Elogio de la ociosidad -In Praise of Ildness, 1935- de Bertrand Russell) de que el trabajo para otros (eso que para los antiguos era una especie de maldición divina, impuesta exclusivamente bajo condiciones de esclavitud) es la esencia misma del ser humano?... ¿Cómo se puede aceptar que, para adoptar una denominación inclusiva de las mujeres se adopte la expresión genérica Día del Trabajo que enuncia, por una parte, algo que languidece y declina (como muestra Jeremy Rifkin en El fin del trabajo -The End of Work. The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era, 1995-) y, por otra, algo que es más bien una condena que deforma y aliena al ser humano (como sabían griegos y romanos y como sospechaba Marx, Karl Heinrich pero también Groucho)?... ¿Cómo es posible que tantas personas participantes en las manifestaciones conmemorativas estén más cerca de pensar que lo del Primero de Mayo (y su extensión cuasiuniversal) se debe más al santoral (San José Obrero) que a cualquier hito de la historia de la lucha obrera?... ¿Cómo es posible que, precisamente, en el país donde aconteció tal hito siga aceptando su sustitución por el Labor Day (celebrado el primer lunes de septiembre conmemorando un desfile organizado por la Noble Order of the Knights of Labor por las calles de Nueva York en 1882 –reproducido en Toronto en 1894 y, a partir de entonces, en todo Canadá-) impuesto por el presidente Grover Cleveland para frenar las “resonancias socialistas” de la opción de mayo?...  ¿Cómo es posible que se haya aceptado tan sumisamente la cascada de quiebras en los derechos y garantías adquiridos en el último siglo y medio por las trabajadoras y trabajadores (incluyendo las relativas a la jornada laboral), escupiendo con ello (los sindicatos mayoritarios los primeros) sobre la memoria de los Mártires de Chicago?...
Tal vez sea que el personal, con pereza intelectual creciente y voluntad colectiva menguante, ha “renunciado al obligado ejercicio de búsqueda en todas las direcciones” ante los retos que la vida le plantea... Olvidando, de paso, de que en la habilidad y valor para hacernos preguntas está ya buena parte de las respuestas.
Nacho Fernández del Castro, 1 de Mayo de 2013

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