«A pesar de que interrogar ya es empezar a
contestar, nosotros, demasiadas veces y con pereza creciente, renunciamos al
obligado ejercicio de la búsqueda en todas las direcciones.»
(Joaquín ARAÚJO PONCIANO; Madrid, 31 de
diciembre de 1947.
Ecos... lógicos:
para entender la Ecología, 2000.)
¿Cómo
es posible que hayamos dejado que la burguesía
bien pensante, en su impulso de la modernidad,
nos convenciese (pese a pequeñas resistencias
intelectuales de distintos signos, como el El derecho a la pereza -Le droit à la paresse, 1880-1883- de Paul Lafargue o el Elogio de la ociosidad -In
Praise of Ildness, 1935- de Bertrand Russell) de que el trabajo para otros (eso que para los
antiguos era una especie de maldición
divina, impuesta exclusivamente bajo condiciones de esclavitud) es la esencia misma del ser humano?... ¿Cómo
se puede aceptar que, para adoptar una denominación
inclusiva de las mujeres se adopte la expresión genérica Día del Trabajo que enuncia, por una
parte, algo que languidece y declina (como muestra Jeremy Rifkin en El fin del
trabajo -The End of Work. The Decline of the Global
Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era, 1995-) y, por otra, algo que es más bien
una condena que deforma y aliena al ser
humano (como sabían griegos y romanos y como sospechaba Marx, Karl Heinrich
pero también Groucho)?... ¿Cómo es posible que tantas personas participantes en
las manifestaciones conmemorativas estén más cerca de pensar que lo del Primero de Mayo (y su extensión
cuasiuniversal) se debe más al santoral
(San José Obrero) que a cualquier hito de la historia de la lucha obrera?... ¿Cómo es posible que, precisamente,
en el país donde aconteció tal hito siga aceptando su sustitución por el Labor
Day (celebrado el primer lunes de septiembre conmemorando un desfile organizado
por la Noble Order of the Knights of Labor por las
calles de Nueva York en 1882 –reproducido en Toronto en 1894 y, a partir de
entonces, en todo Canadá-) impuesto por el presidente Grover Cleveland para
frenar las “resonancias socialistas” de la opción de mayo?... ¿Cómo es posible que se haya aceptado tan
sumisamente la cascada de quiebras en los
derechos y garantías adquiridos en el último siglo y medio por las
trabajadoras y trabajadores (incluyendo las relativas a la jornada laboral), escupiendo con ello (los sindicatos mayoritarios los primeros) sobre la memoria de los Mártires de Chicago?...
Tal
vez sea que el personal, con pereza intelectual
creciente y voluntad colectiva
menguante, ha “renunciado al obligado ejercicio de búsqueda en todas las
direcciones” ante los retos que la vida le plantea... Olvidando, de paso, de
que en la habilidad y valor para hacernos
preguntas está ya buena parte de las respuestas.
Nacho Fernández del Castro, 1 de Mayo de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario