«Luego
alcancé a comprender que el tiempo nunca se gana, y que nunca se pierde, que la
vida se gasta, simplemente.»
(Almudena
GRANDES HERNÁNDEZ; Madrid, 7 de mayo de 1960. Malena es un nombre de tango, 1994.)
En
realidad, el tiempo es puro devenir que
ni siquiera se gasta... Los que nos gastamos somos nosotros con el
tiempo.
Así
que no hagamos mucho caso cuando la casta
política nos cuente que hay a tomar cualquier medida improvisada y urgente porque
se necesita ganar tiempo... Seguro
que hay detrás intereses espurios que
tratan de ocultarse.
Tampoco
hagamos mucho caso a quienes displicentemente afirman que protestar colectivamente contra tales ocurrencias es una pérdida de tiempo... Seguro que
su apatía y conformismo encubre el hecho de que, al menos relativamente, no les
va tan mal mientras a otros les
precarizan la vida.
Y
tampoco nos fiemos de ese supuesto saber
popular (tan grato al actual presidente del gobierno español) que espera
que el tiempo todo lo cure... Seguro
que su esperanza se funda en un cómodo presente
que se proyecta en otros poco solidarios y esforzados lugares comunes como el “ande
yo caliente y ríase la gente” o “a
quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga”.
Decía
el tango que “veinte años no es nada”, pero, sin embargo, sentía “la frente marchita,
la sien plateada por las nieves del tiempo”... Y, sobre todo, que “es un soplo la vida”. Porque, en el
fondo, sabía, sabemos, que veinte años pueden no ser nada, porque podemos recuperar
sensaciones que los traspasan sin aparente mutación, o pueden serlo todo,
porque nos llenan de arrugas y canas, porque nos hacen abandonar la infancia, sentirnos
viejos o pasar de la vida a la muerte...
Así
que el tiempo humano es muy relativo y está fuertemente ligado a
la subjetividad... Por eso hay que desconfiar de quien pretende presentarlo
como absoluto y objetivo.
Nacho Fernández del Castro, 4 de Mayo de 2013
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