«—Los católicos me
ponen nervioso –dije–, porque juegan sucio.
—¿Y
los protestantes? –preguntó riendo.
—Me
irritan con su manoseo de las conciencias.
—¿Y
los ateos? –seguía riéndose.
—Me
aburren, porque siempre hablan de Dios.
—¿Y
qué es usted, pues?
—Soy un payaso
–dije–, de momento, superior a mi fama…»
(Heinrich
Theodor BÖLL; Colonia, Alemania, 21 de diciembre de 1917 -
Langenbroich,
República Federal Alemana, 16 de julio de 1985; Premio Nobel de Literatura 1972.
Ansichten
eines Clowns –Opiniones de un
payaso-, 1963 -1974, por ejemplo, para la edición en castellano-.)
Toda
religión está abierta a
manifestaciones de fundamentalismo
por cuanto se mueve en ámbitos de transcendencia;
es decir, como “su fe no es de este mundo” puede, en cualquier momento, enfrentarse violentamente a otros valores, normas o costumbres inmanentes,
que “sí son de este mundo” (y, cuando lo hace, su furia cae, de forma nada abstracta,
sobre quienes sostienen las ideas y
realizan las prácticas denostadas).
Así
que no hagamos el payaso, por mucho que nos esforcemos en hacerlo de forma
sublime.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Mayo de 2013
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