martes, 21 de mayo de 2013

Pensamiento del Día, 21-5-2013



«Siempre sabemos, cuando estamos despiertos, que no podemos estar soñando; a pesar de que, cuando en realidad estamos soñando, lo sentimos todo como real.»



 (Ruth RENDELL, Baronesa Rendell de Babergh desde 1996; Londres, Gran Bretaña, Reino Unido,
17 de febrero de 1930. One Across, Two Down –Carne trémula-, 1971 
-1986 para la primera edición en castellano-.)



Despiertos sabemos, con la certeza a nuestro alcance, que cuanto nos rodea no es un sueño... Y, sin embargo, nuestros mejores y peores sueños son sentidos, mientras los tenemos, como maravillosa o terriblemente reales.



En cualquier caso, el mundo del aquí y el ahora es ya lo suficientemente lúgubre como para impedirnos soñar: ¿cómo acercarse, siquiera, a ensoñaciones gozosas en medio de tanto dolor?, ¿para qué tener pesadillas sombrías cuando la vida misma siempre las supera?.



En los tiempos de la debacle inducida de la Europa mediterránea, tan bien plasmada por Petros Márkaris en su aún inclompleta Trilogía de la Crisis (Con el agua al cuello, 2011; Liquidación final, 2012), la capacidad de soñar (y de distinguir el sueño de la realidad) que aún conservaban los desesperados personajes que, hace más de cuarenta años, retratara Ruth Rendell (y que Pedro Almodóvar actualizara en la pantalla, con fría exquisitez cercana al aburrimiento, en Carne trémula, 1997), se torna, pues, innecesaria, inútil y hasta peligrosa.



Porque soñar es, a fin de cuentas, imaginar algo alternativo a lo dado, por “sentir” aquello como mejor (muy fácil) o como peor (muy difícil) que esto... O sea, una semilla de disidencia ante lo que hay, de resistencia rebelde, acaso de utopía... De esperanza.



Nacho Fernández del Castro, 21 de Mayo de 2013

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