«Siempre sabemos, cuando estamos despiertos, que no podemos estar soñando; a pesar de que, cuando en realidad estamos soñando, lo sentimos todo como real.»
(Ruth RENDELL,
Baronesa Rendell de Babergh desde 1996; Londres, Gran Bretaña, Reino Unido,
17
de febrero de 1930. One Across, Two Down –Carne trémula-, 1971
-1986 para la primera edición en
castellano-.)
En cualquier caso, el mundo del aquí y el
ahora es ya lo suficientemente lúgubre como para impedirnos soñar: ¿cómo
acercarse, siquiera, a ensoñaciones gozosas en medio de tanto dolor?, ¿para qué
tener pesadillas sombrías cuando la vida misma siempre las supera?.
En los tiempos de la debacle inducida de la
Europa mediterránea, tan bien plasmada por Petros Márkaris
en su aún inclompleta Trilogía de la Crisis (Con
el agua al cuello, 2011; Liquidación final, 2012), la capacidad de soñar (y de distinguir el sueño de la realidad) que aún conservaban los desesperados personajes que, hace
más de cuarenta años, retratara Ruth Rendell (y que Pedro Almodóvar actualizara
en la pantalla, con fría exquisitez cercana al aburrimiento, en Carne
trémula, 1997), se torna, pues, innecesaria, inútil y hasta peligrosa.
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