martes, 14 de mayo de 2013

Pensamiento del Día, 14-5-2013



«Mucho se nos ha repetido que la anarquía no es democracia ni el libertinaje es libertad; pero haría falta también repetir con la misma insistencia que tampoco la legalidad es derecho ni el orden es paz. [...] La paz significa mucho más que la ausencia de guerra. Se trata de un valor positivo; por lo tanto es la guerra la que debe definirse a partir de la paz, y no al revés. Esta inversión lamentable daña también el concepto de no-violencia, expresión que, por negativa, algunos de sus partidarios han abandonado ya. [...] Luther King murió por la justicia renunciando a toda violencia, Camilo Torres murió por el mismo ideal con las armas en la mano; lo que importa no es lo que los distingue, sino lo que los identifica, de la misma manera que Goya y Picasso nos gustan no por lo que tienen de diferente, sino por lo que tienen de parecido, es decir, por lo que ambos tienen de genial. También, cuando se trata de la colaboración de creyentes y no creyentes en la lucha por un mundo nuevo, lo que importa es precisamente lo que unos y otros tienen de común. En «Barjona» cuenta Sartre la huida de Jesús a Egipto, introduciendo en su relato a un bandolero valeroso que muere batiéndose contra los soldados de Herodes para salvar la vida del Niño. Lo que importa es aquello que unifica los comportamientos de Barjona y de José de Nazaret, ya que la lucha armada de aquél no fue menos necesaria que los pacíficos cuidados de éste para conseguir que Jesús sobreviviera. La raya de separación, pues, no hay que establecerla entre creyentes e incrédulos, sino entre explotadores y explotados, raya que pasa por medio de las Iglesias lo mismo que por medio de las naciones.» 
 (José María CABODEVILLA SÁNCHEZ; Tafalla, Navarra, 18 de marzo de 1928 - Hogar Sacerdotal de
San Pedro, Madrid, 17 de febrero de 2003. Feria de utopías: estudio sobre la felicidad humana, 1974.)
En todos lados cuecen habas... El mundo y la sociedad son antros llenos de injusticias y de abusos donde reina la ley del más fuerte. Antros donde se rinde culto al que llega con pasta y se trata a patadas al que no puede o quiere consumir.
Por eso, quienes no quieren o no pueden consumir (la gran mayoría de este mundo, de esta sociedad), no pueden ni deben andarse con sectarismos que faciliten los ufanos desprecios de los dueños del cotarro y las arbitrariedades y tropelías de sus esbirros y testaferros.
Porque no cabe paz donde, ante la injusticia y la desigualdad intolerables, el orden sólo puede ser impuesto manu militari... Como no cabe serenidad o calma, cuando los desafueros institucionales y la constante precarización de la vida se convierten en la más pertinaz y sorda de las violencias.
Aquí y ahora la división del mundo y la sociedad está en la brecha que separa los más, a quienes sólo les toca sufrir y casi nada tienen, de los menos, a quienes siempre va bien porque todo lo tienen y lo pueden.
O sea, un clásico... Al fin y al cabo, se trata de la quiebra entre quienes pueden explotar recursos y personas (y lo hacen derribando cualquier traba) y quienes padecen esa explotación y las consecuencias de la dilapidación de los recursos naturales en un tiempo de oprobio globalizado.
Buscar otras fragmentaciones es siempre una contribución, más o menos consciente, al proceso de sumisión aprendida. Y un buen servicio a los poderes reales y simbólicos.
Nacho Fernández del Castro, 14 de Mayo de 2013

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