«¿Para qué sirve la utopía?.
Ella está en el horizonte
—dice Fernando Birri—.
Me acerco dos pasos
y ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos
y el horizonte se corre
diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine
nunca la alcanzaré.
¿¿Para qué sirve la utopía?.
Para eso sirve: para caminar.»
(Eduardo Germán María Hughes GALEANO; Montevideo, Uruguay,
3 de septiembre de 1940. “Utopía” en El
libro de los abrazos, 1989.)
Ese u-topos,
no-where, no lugar que aún somos capaces de imaginar como un paraíso de
igualdad, fraternidad y libertad, en el que incluso los inevitables desmanes
del ego humano se verán diluidos en
la marea universal de miles de egos con
voluntad común, tiene un evidente valor
negativo, del que parte: la negación
del presente por sus ingentes desigualdades,
por sus flagrantes injusticias, por
sus innumerables opresiones, por su
fomento de un egoísmo sin límites...
Y, desde ahí, desde luego podemos ensayar
pasos compartidos hacia otras formas de ser y vivir, hacia otras sociedades ahistóricas y, más que
probablemente, imposibles.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Septiembre de 2012
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