jueves, 20 de septiembre de 2012

Pensamiento del Día, 20-9-2012



«—Sigue y no seas cobarde.
—No.
Quiero cantar; marcharme por algún camino sin gente, cantando. Quiero oírme, llegar a un arroyo, tumbarme a la sombra de un árbol y cantar y oír. Quiero encontrar un hormiguero y deshacerlo, pisar las hormigas y orinarlas. Quiero volverme niño y dejar todo esto, porque no puedo más, porque ya te he dicho que no puedo más, porque tengo un enjambre en la cabeza y dentro de la cabeza, porque estoy en un incendio. Porque no puedo, porque no puedo más. ¿Lo entiendes?
—Tienes que seguir si quieres continuar comiendo de esto.»
 
 (Ignacio ALDECOA ISASI; Vitoria, 24 de julio de 1925 - Madrid, 15 de noviembre de 1969.  
“Capítulo 11: Avispas y hormigas” en Neutral corner, 1962.)
Estamos noqueados... Aquí y ahora, sentados en el patético rincón de los sueños rotos, confusos después de tantos golpes recibidos, hartos ya de la forzada participación en el lastimoso juego de los recortes que duelen... Como el boxeador en cuya piel (en cuya cabeza) trataba de ponerse Aldecoa no queremos seguir con este combate desigual y macabro, no queremos seguir en este ring inmensamente inhóspito y lacerante del mundo globalizado.
Querríamos cantar (o gritar, al menos) mientras huimos por algún camino desierto, pero no podemos hacerlo porque la cabeza podría estallarnos después de los golpes recibidos y estamos rodeados por una muchedumbre creciente de sparrings forzosos que comparten nuestra lona... Querríamos tumbarnos bajo cualquier árbol, al lado de cualquier arroyo, lejos de todo esto, pero no podemos porque no tenemos ya fuerzas para buscar nada y dicen que no hay nada distinto de todo esto... Querríamos deshacer algún nido de insectos para pisarlos y mearlos en venganza simbólica hacia cuantos chupópteros nos parasitan, pero, al fin y al cabo, ningún insecto tiene la culpa de ésto y los verdaderos responsables viven en mansiones fuera de nuestro alcance... Querríamos refugiarnos en la infancia, en la mirada y actitud infantil ante cuanto nos rodea, pero no podemos porque, ante el incendio global sólo cabe el pánico y la estampida...
Pero, ¿estampida hacia dónde?... ¿Pánico de qué o de quién?.
Desde luego, huida hacia donde toda esta violencia de precariedades inducidas y desmantelamientos vitales (la verdadera violencia estructural) esté erradicada... Y donde esos managers inclementes que nos obligan a perpetuarnos como la grasa que permite que sigan funcionando los engranajes del negocio sean considerados lo que son, criminales y delincuentes.
Si no queremos (ni podemos) seguir recibiendo hostias para malcomer del negocio, gritémoslo con claridad y hagamos algo por convertir el aquí y el ahora ese lugar más habitable... Porque abandonar y huir, eso sí, es de cobardes.
Nacho Fernández del Castro, 20 de Septiembre de 2012

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