miércoles, 12 de septiembre de 2012

Pensamiento del Día, 12-9-2012



«Isla en la que todo se aclara.
Ahí se puede arribar a pruebas firmes.
No hay más camino que aquellos de llegada.
Las zarzas se doblan por el peso de las respuestas.
Crece ahí el árbol de la Suposición Correcta
con sus ramas eternamente desenredadas.
Y deslumbrantemente recto el árbol de la Comprensión
junto a una fuente llamada Ah, De Eso Se Trata.
Cuanto más denso se hace el bosque, más amplio aparece
el Valle de la Evidencia.
Si hay alguna duda, el viento la disipa.
El eco de ninguna voz toma la palabra
y aclara con entusiasmo los secretos de los mundos.
A la derecha, la caverna en la que se encuentra sentido.
A la izquierda, el lago de la Convicción Profunda.
Del fondo se desprende la verdad y sale sin más a la superficie.
Domina el valle de la Seguridad Inquebrantable.
Desde su cima se extiende la Esencia de las Cosas.
A pesar de sus encantos, la isla está desierta
y las pequeñas huellas de pasos que se ven en sus orillas
se dirigen hacia el mar sin excepción.
Como si de ahí solamente se saliera
para hundirse irremediablemente en el abismo.
En una vida inconcebible.»
 (Wislawa SZYMBORSKA; Prowent, actual Kórnik, Polonia, 2 de julio de 1923 - Cracovia, 1 de febrero de 2012. Premio Nobel de Literatura 1996. “Utopía” en Wielka liczba, 1976 –publicado en castellano como 
El gran número. Fin y principio y otros poemas, 1997-.)
Por desgracia, cuando los mejores sueños se realizan acaban por convertir lo que era duda fecunda en prueba firme, pero estéril; los sugerentes cruces de caminos en direcciones únicas, aunque no conduzcan a sitio alguno; las constantes preguntas en respuestas abrumadoras, pero vacías; las hipótesis divergentes en suposiciones correctas, mas ajenas a lo cotidiano; las antiguas confusiones en comprensiones tan súbitas como paralizantes; la complejidad de la vida en esencias simples que fundan el peor oscurantismo; las confusiones vivas y los secretos entrañables en convicciones profundas y seguridades sólidas, pero muertas e inútiles...
Por eso las sociedades que intentan plasmar un anhelo sublime, un ideal de perfección, una bella utopía, acaban condenando a sus miembros a una huida permanente hacia el abismo de lo vulgar, de lo infecto, de lo inmediato. No deja de ser paradójico que las “sociedades del utopismo” acaben por ser lugares de los que se huye como de la miseria... Y como quienes huyen de la miseria se ven sumidos habitualmente en una “doble miserabilización” en los lugares de destino, donde acabará por negárseles incluso los derechos definen y reconocen su condición humana, quienes huyen del utopismo realizado se hunden con frecuencia en una “doble alienación” en los rincones de acogida, donde acabará por convertírselos en mercancía ejemplarizante para cimentar el control social desde la generalizada sumisión aprendida.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Septiembre de 2012

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