domingo, 9 de septiembre de 2012

Pensamiento del Día, 9-9-2012



«El placer más sólido de esta vida es el vano placer de las ilusiones. Considero las ilusiones como algo en cierto modo real teniendo en cuenta que son ingredientes esenciales del sistema de la naturaleza humana, otorgadas por la Naturaleza a todos y cada uno de los seres humanos; de manera que no es lícito entenderlas como sueño particular sino como propias del ser humano y queridas por la Naturaleza. Sin las ilusiones nuestra vida sería la más mísera y bárbara de las cosas.
Parece un absurdo, pero es exactamente verdadero que, siendo todo lo real una nada, no hay cosa más real ni sustancial en el mundo que las ilusiones.»
 (Conde Giacomo Taldegardo Francesco di Sales Saverio Pietro LEOPARDI; Recanati, Italia, 
29 de junio de 1798 – Nápoles, 14 de junio de 1837. Zibaldone, 1827.)
La vida es con frecuencia dura, arista siniestra hoy para mucha gente... El mundo, a menudo, se torna en espesa sombra, rincón lúgubre en el presente para demasiadas personas... El aquí y el ahora es, en suma, para infinidad de seres humanos el espacio y el tiempo de la miseria y la barbarie, un lugar inhóspito donde la civilización y la prosperidad comienzan a ser solo mito y recuerdo.
Sin embargo, nuestra naturaleza específica nos empuja continuamente a albergar ilusiones. En cosas muy ilusorias, a veces, como un décimo de lotería o la labor de algún miembro de la casta política; otras, cuando nos asiste la autoestima, en cualidades más personales como el propio esfuerzo o una lucidez preclara; en algún giro propicio del destino o alguna forma de sonrisa de la fortuna, casi siempre. Y, como decía la canción de La Cabra Mecánica incorporada como lema publicitario a la campaña de un benéfico “juego de azar”, ¡que no nos llamen ilusos porque tengamos esas ilusiones!. Al fin y al cabo, las ilusiones están en la esencia misma de la naturaleza humana; casi podríamos afirmar, sin exageración, que somos tanto más humanos cuanta más capacidad conservamos para ilusionarnos... O dicho de otro modo más adecuado a estas horas de crisis y oprobios globales, cuanta más capacidad desarrollamos para resistirnos a perder la ilusión pese a los embates de la vida.
Porque en medio del nuevo (des)orden mundial, lo menos real son precisamente las primas de riesgo, los valores bursátiles, los índices de confianza, las políticas estructurales o las refundaciones del capitalismo... Todo eso es humo, nada, aunque sea una nada tan humeante que, muchas veces, hiere y duele hasta amenazar con la asfixia.
Al final, lo más real, lo único real, son nuestras ilusiones, porque sólo ellas conservan aún la  potencia para derivar placer, por muy efímero y vano que este pueda resultar. ¡Resistámonos ,pues, con uñas y dientes, a que nadie nos convierta en seres sin ilusiones!.
Nacho Fernández del Castro, 9 de Septiembre de 2012

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