viernes, 7 de septiembre de 2012

Pensamiento del Día, 7-9-2012


«...Le había llevado a ingresar en el juego de los héroes, de los esclarecidos, de los escogidos y señalados por el dudoso dedo de Dios: una idea de la dignidad y una idea de lo cotidiano en los fundamentos del cambio de una existencia...»
 (Horacio VÁZQUEZ RIAL; Buenos Aires, Argentina, 1947 - Madrid, 6 de septiembre de 2012.  
La libertad de Italia, 1987.)
Acaso, aquí y ahora, resulta especialmente frecuente que los jóvenes revolucionarios del pasado siglo se tornen en activistas conservadores especialmente sarcásticos con sus viejas ideas y quienes aún osan mantenerlas...  Horacio Vázquez era, hasta ayer, uno de ellos.
Nunca llegó, sin embargo, en su dignidad literaria, a las bajezas morales de esos columnistas, tertulianos y ciberactivistas del think tank español más ultramontano que tanto gustaban hogaño (no antaño) de bailarle las aguas.
Convencido, sin duda, de que aquel pasado en el que quiso jugar a ser un héroe esclarecido por la gracia de algún dios revoltoso e comunista (como Lev Davídovich Bronstein, alias León Trotski) había sido un pecado juvenil que debía hacerse perdonar por “la buena sociedad”, su pluma cambió de rumbo tras una crisis personal en 1999 y, sobre todo, tras los atentados de las Torres Gemelas neoyorquinas, el 11 de Septiembre de 2001.
Sus servicios temáticos e ideológicos a la causa conservadora, aunque jaleados por los voceros más radicales, se quedaron, sin embargo, el las páginas de unos “ajustes de cuentas literarios” poco dados al exabrupto mediático o las boutades filofascistas. Vamos, palabras relativamente silenciadas por una sordina crítica y autocrítica que, aunque ya no creyese en la necesidad del cambio de existencia alguna, mantenía una inercia de dignidad cotidiana.
Desconozcemos, desde luego, las razones profundas de crisis personales e ideológicas como la de Vázquez Rial, entre otras cosas porque no las entendemos... En el mundo vemos, en todo caso, miles de razones para justificar un proceso inverso. Y otros lo han hecho para regalar una vejez de hermosa palabra liberadora y revolucionaria. Personalmente, claro, nos alineamos con éstos.
Nacho Fernández del Castro, 7 de Septiembre de 2012

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