sábado, 22 de septiembre de 2012

Pensamiento del Día, 22-9-2012



«Cuando el padre tuvo millones amasados por él y el primerío que
fue trayendo desde la lejana aldea asturiana, descubrió que era
época de casarse, que necesitaba una mujer para perpetuar la 
familia, la suya propia, su estirpe de aldeanos milenariamente 
aferrados a la pomarada y al maizal, a la espuerta y al cuido del 
cerdo y la vaca, equilibrados en las almadreñas, con la boina y el 
zurrón y a flor de labio una praviana, firmes en una sabiduría 
telúrica. Ni padre ni madre acompañándolo en la aventura de 
América. Viejos apegados ellos a la tierra nativa, al duro corte de 
los picachos y al cencerro de las cabras mezclado al tintineo de la 
campana de la ermita, suficiente todo para sus corazones sencillos. 
Primerío tan solo en América a su alrededor. Y hasta esa frontera 
del medio siglo, nada más que el afán de enriquecerse, de abrir 
sucursales al negocio, de vender clavos y pernos, alcayatas y es
pañoletas, y todo el cesto que encierra una ferretería; de vender 
y almacenar mercaderías y dineros. Sin descanso.»
 
 (Marta BRUNET CÁRAVES; Chillán, Región del Biobío, Chile, 9 de agosto de 1897 - Montevideo, Uruguay, 
27 de octubre de 1967. Inicio del “Capítulo 2: Raza de inmigrantes” de Amasijo, 1962.)
La historia de nuestros ancestros emigrados a América es una sucesión de hambres y luchas personales, de descubrimientos y ambiciones, de afanes de acumulación y nostalgias del origen, de recuerdos evanescentes y afectos aplazados...  No hay mayor estímulo, mejor caldo de cultivo para el egoísmo capitalista que las historias de los emigrantes triunfadores (es decir, enriquecidos, pues esa parece que esa sea la única medida de su triunfo).
Y por eso sembraron, con frecuencia, las inmediaciones de las pomaradas originarias de ésta, su tierra natal, con palmeras orgullosas en su altura dominante... Y construyeron mansiones de pretencioso barroquismo... Y restauraron o construyeron relamidas iglesias aldeanas... Simples muestras, frecuentemente inútiles, nunca utilizadas personalmente, de poderío.
Hoy los nuevos ricos, los amos del mundo, en cualquier caso, no pretenden mostrar su poder con semejantes dispendios simbólicos (que sólo disfrutan y atesoran en su ámbito privado)... En lo público, prefieren demostrar su control sobre vidas y haciendas, a través de la casta política, transformando a su antojo leyes y normas, desmantelando derechos para mejor afianzar sus intereses.
Porque la educación o la salud, y hasta la misma miseria ajena, también son su negocio... Como lo son los propios emigrantes.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Septiembre de 2012

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