«Y de nuevo volvió a sentirse sola ante la presencia de su eterna
antagonista: la vida.»
(Adeline Virginia WOOLF, Stephen
de soltera; Kensington, Londres, Reino Unido, 25 de enero de 1882 – Río Ouse, Lewes,
Sussex Oriental, 28 de marzo de 1941. To the Lighthouse –Al faro-, 1927 -1982
para la primera edición en castellano-.)
Basta dar una vuelta por las calles y mirar (aunque siga habiendo tanta gente
que no quiere ver): encontramos
alguien con un carrito de bebé transformado en medio de transporte de basuras
reciclables que trata de “pescar” con un bastón tesoros desechados por otros
mientras mantiene un equilibrio precario en el borde de cualquier contenedor de
cualquier esquina... Un poco más allá vemos uno de esos nuevos pobres, precarizados por la vida, que apenas se sabe que pide
limosna, pues lo hace aún con la avergonzada contención del gesto pedigüeño
propia del aturdimiento por la miseria
sobrevenida... Nos acercamos a la zona de una Cocina Económica o de un
Banco de Alimentos o de un ropero de Cáritas y vemos colas de familias que tal
vez hace un año compartían café con nosotros en la barra de cualquier cafeteríalll
Pero, ¡oiga!, dice Montoro que los datos macroeconómicos ya empiezan a
apuntar bonanza, que la prima de riesgo
esa ya empieza a mostrarse más cariñosa, y confirma Botín (mientras deja morir
Fuensanta, empresa con excelente y abundante materia prima propia y una posición
consolidada en el mercado de la que es máximo accionista (tras su compra al
grupo empresarial de la familia Rato) que el crédito ya fluye por doquier y
todo el mundo mira ya a España para canalizar hacia ella inmensas inversiones.
Será porque no tendré ocasión (ni deseo alguno) de
compartir un café con Montoro o Botín...
Nacho
Fernández del Castro, 2 de Noviembre de 2013
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