«¡... a quien
le daña el saber,
homicida es
de sí mismo!...»
(Pedro CALDERÓN DE LA BARCA, Caballero de la Orden de Santiago; Madrid, 17 de
enero de 1600 -
25 de mayo de 1681. Basilio, Rey
de Polonia y padre de Segismundo, en La vida es sueño, Jornada Primera, Escena VI, 1635.)
Le daña el saber
propio porque, con verdadero conocimiento,
sería insoportable hacer lo que hace sin que apareciesen de continuo los síntomas más públicos de la vergüenza
(rubor, risa floja, temblor de manos, vocecilla melíflua y entrecortada,...)...
Y, aún así, de vez en cuando, cada vez con más nitidez y frecuencia
incontrolable, aparecen.
Le daña el saber
ajeno porque, con claridad universal de
ideas, la sumisión generalizada
ante el oprobio institucional hace
mucho que hubiera derivado en rebelión y derrocamiento.
Por eso se van
deteriorando cada vez más los sistemas públicos
educativos y por eso cada vez más ineptos e ignorantes los miembros de la
casta que nos rige (al fin y al cabo, para seguir puntualmente las instrucciones
dictadas por los intereses de sus amos, los dueños del mundo, no hacen falta grandes saberes ni una especial
perspicacia).
Nacho Fernández del Castro, 13 de Noviembre de 2013
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