sábado, 16 de noviembre de 2013

Pensamiento del Día, 16-11-2013



«-Fantasía no tiene límites...

-Eso no es cierto, ¡mientes!.

-Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía...

-¿Y por qué está muriendo entonces...?

-Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte.

-¿Qué es la Nada?.

-Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.

-¿Por qué?.

-Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder.»
 
 (Michael Andreas Helmut ENDE; Garmisch-Partenkirchen, Baviera, Alemania, 12 de noviembre de 1929 - Filderstadt-Bonlanden, Baden-Württemberg, 28 de agosto de 1995. Die unendliche Geschichte 
–La historia interminable-, 1979 -1983 para la primera edición en castellano-.)
Así es la cosa... Las grandes industrias culturales han ido sustituyendo, con gran éxito, la vida por avatares ceremoniosos que todo lo tratan de convertir en espectáculo, en apariencia, en sombra, hasta consolidar eso que Castoriadis llamaba el ascenso de la insignificancia... Algo cada día más cercano a la Nada, ese desolado vacío, casi metafísico, que queda tras la renuncia a todo anhelo, a todo sueño, a toda esperanza... Porque serán precisamente esas grandes industrias culturales, con su poderosa maquinaria publicitaria, las encargadas de decirnos con toda nitidez y una envoltura de ficticia libertad lo que debemos anhelar, lo que podemos soñar, lo que nos cabe esperar.

Nos han robado, pues, la capacidad misma de anhelar, soñar y tener esperanzas propias, sustituyéndola por la falaz, onerosa y siempre insatisfactoria capacidad para ejercer la libertad de consumo en cualquier mercado (de bienes, de servicios –incluyendo los más básicos- o de marcas políticas)... Y un pueblo sin esperanzas (sobre todo sin esperanzas colectivas) es fácilmente controlable... Por quienes manejan las claves del negocio y sus intermediarios.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Noviembre de 2013

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