jueves, 7 de noviembre de 2013

Pensamiento del Día, 7-11-2013



«Disfrutar de la lentitud. Escuchar el perfume de los colores. Todas esas cosas que el mundo quiere prohibirte...»
(Frédéric BEIGBEDER; Neuilly-sur-Seine, Île de France, Francia, 21 de septiembre de 1965.  
Evocación de Marc Marronnier en L'amour dure trois ans –El amor dura tres años-, 1997 
-2003 para la primera edición en castellano-.)
Este mundo difuso está empeñado, sin que acertemos siquiera a señalar muy bien los máximos responsables, en prohibirnos los disfrutes más sencillos, más cotidianos, más gratuitos...
¡Ah!, será por eso. Sentir el gozo de hacer las cosas pausadamente, con el ritmo preciso para poder realizar-nos en nuestro propio hacer y deleitarnos calmadamente con sus resultados, es, de momento, gratis. O sea, que está fuera del mercado, la cultura del emprendimiento y los negocios.
Pero, bueno, todo se andará... Que por ahí resuenan ya con fuerza, cual los claros clarines de Rubén Darío, las voces altisonantes del anarcocapitalismo y del Business Process Management de “buen rollito” agitando a los cuatro vientos postmodernos (que todo vale, oiga) su bandera de la necesidad de convertir toda afición personal o colectiva en espectáculo y negocio.
¿Cabe aún reclamar y recuperar la sabrosa calma de la cocina de la abuela para cada uno de nuestros haceres y saberes?... Por suepuesto que cabe y es un deber inexcusable para devolver, más allá de tantas prisas absurdas impuestas por no se sabe qué ni quién, algo de humanidad a nuestros actos... Hacer todo con esa mágica lentitud con la que cocinaba la abuela (sabiendo que el abuelo también debiera haberlo hecho) es hoy, desbordando las falaces comodidades de todos los robots de cocina y aún de las ollas express en el centenario del nacimiento de un díscolo maravillosamente humano como Albert Camus, un principio de rebeldía y rehumanización.
Nacho Fernández del Castro, 7 de Noviembre de 2013

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