martes, 12 de noviembre de 2013

Pensamiento del Día, 12-11-2013



«Ya estaba trazando su porvenir, deslumbrante y esplendoroso. ¡Cómo llenaría su nombre el mundo y haría estremecerse a la gente!. ¡Qué gloria la de hendir los mares procelosos con un rápido velero, el “Genio de la Tempestad”, con la terrible bandera flameando en el mástil!. Y en el cenit de su fama aparecería de pronto en el pueblo, y entraría arrogante a la iglesia, tostado y curtido por la intemperie, con su justillo y calzas de negro terciopelo, sus grandes botas de campana, su tahalí escarlata, el cinto erizado de pistolones de arzón, el machete, tinto en sangre, al costado, el ancho sombrero con ondulante pluma, y desplegada la bandera negra ostentando la calavera y los huesos cruzados, y oiría con orgullo y deleite los cuchicheos: “¡Este es Tom Sawyer el Pirata!. ¡El terrible Vengador de la América española!.»
 (Mark TWAIN, pseudónimo literario de Samuel Langhorne Clemens; Florida, Missouri, Estados Unidos, 
30 de noviembre de 1835 - Redding, Connecticut, 21 de abril de 1910. Sobre los sueños de futuro de Tom Sawyer en The Adventures of Tom Sawyer –Las Aventuras de Tom Sawyer-, 1876 
-2008, por ejemplo, para una edición en castellano-.)
Con frecuencia, soñamos con ser héroes (o heroínas) antisistema reconocidos entre cuchicheos que mezclan temor y admiración por quienes padecen el sistema... Como el Tom Sawyer pergeñado por la incuestionable bonhomía progre de su creador.
Pero, ¿cuántas veces nos falta perspectiva?... Tom Sawyer pensaba, en sus ensoñaciones, que lo urgente, lo perentorio era, ante todo, vengar los desmanes conquistadores de los españoles en América. Pero no era capaz de atisbar siquiera las injusticias que el desarrollo industrial incipiente ponían delante de sus mismas narices, como no era capaz de preguntarse dónde estaban los indígenas de las tierras que habitaba y qué habían hecho con ellos sus antepasados (los Sawyer, los Clemens y todos sus colegas peregrinos del Mayflower) o qué pensaban hacer sus contemporáneos con mando en plaza.
Si lo hubiese intuido, quizás dedicase sus ensoñaciones y afanes a la lucha obrera (más o menos violenta) o a la defensa airada de los legítimos derechos “históricos” de la tribu algonquina de los missouris sobre las tierras que habitaba.
Lo dicho, le faltaba perspectiva y conocimiento... Como nos ocurre tantas veces a nosotros a la hora de enfrentarnos a la opresión globalizada del presente...  Nos perdemos en pequeñas y eternas batallas por lo particular que fragmentan más que unen, descohesionan más que adhieren, enfrentan más que facilitan el entendimiento. Y así andamos, más cerca del “y de lo mío, ¿qué?”  que del elogio de y la lucha por lo común.
Acaso debiéramos, al menos, tratar de acordar algunos principios de procedimiento rebelde y disidente que garantizasen el abandono inmediato de cualquier tipo de acción que no fuese capaz de integrarse en una red de actos con explícita voluntad y vocación de universalidad... Parece la condición misma de posibilidad de cualquier respuesta eficaz y necesaria.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Noviembre de 2013

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