«Orgullosos de haber doblegado a la república, los mercenarios creían que al fin iban a volver a sus hogares, con el precio de su sangre en la capucha de su manto. Pero sus penalidades, vistas ahora a través de la embriaguez, les parecían prodigiosas y harto mal recompensadas. Se enseñaban unos a otros sus heridas y hablaban de los combates en que habían tomado parte, de sus viajes y de las cacerías en sus países natales, imitando los gritos, y hasta los saltos, de las fieras.»
(Gustave FLAUBERT; Ruan, Alta Normandía, 12 de diciembre de 1821 –
Croisset, Baja Normandía, 8 de mayo de 1880. Salambó, 1862.)
Embriagados por el duro pan y el pésimo circo con el que el poder nos adormece, nos parece haber doblegado oscuros intereses por haber cambiado gobiernos... Pero la república, las cosas de todos, están en otras manos y poco importa quien se siente formalmente ante las otrora nobles mesas de los consejos de gobierno, pues, al fin y al cabo, todos son, más o menos voluntariosos, lacayos de quienes realmente tienen la sartén por el mango, de esos poderes económicos que gustan ahora de ocultarse tras el eufemismo de “los mercados” aunque, de vez en cuando, se les escape públicamente alguna risa floja por los labios de la CEOE, la CEPYME, la FADE y similares.
Pero ¡cuidado!... Esa misma embriaguez, por muy asentada que esté en la apariencia del neón y en la escucha repetida e inmisericorde de salmodias neoliberales, puede llegar a producir pequeños episodios de clarividencia en los que valoremos con más tino la demasía de nuestras penalidades ante lo menguado de su recompensa... Y, haciendo evidentes las cicatrices e tantas sumisiones y renuncias, acaso recordemos tiempos en los que nos podíamos sentir más libres, más dueños de nuestro propio destino. Y, acaso, eso nos lleve a perder buena parte del miedo... Por mucho que nos echen a sus eternos perros de presa, bien pertrechados tras cascos, escudos y porras. Como han hecho con los indefensos adolescentes valencianos que podrían ser nuestras hijas e hijos.
Nacho Fernández del Castro, 18 de Febrero de 2012
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