domingo, 26 de febrero de 2012

Pensamiento del Día, 26-2-2012

«...A veces, para algunas personas, el nombre de un escritor, el título de un libro pueden equivaler al de una patria
 (Leonardo SCIASCIA; Racalmuto, Agrigento, 8 de enero de 1921 - Palermo, 20 de noviembre de 1989.  
Porte aperte –Puertas abiertas-, 1987.)
Cuando el Estado-nación moderno hace aguas en una marejada de poderes económicos transnacionales y organizaciones supranacionales con voluntad de mercaderes, acaso necesitamos (seguramente siempre lo hemos necesitado) otro tipo de patria que nos preste el calor del terruño, ahorrándonos chovinismos y xenofobias... Y, ya sin aldeas (convertidas en paisaje pintoresco para el fomento del turismo rural) ni verdaderos barrios (sin vida interna, transformados en inhóspitos habitáculos para el descanso de las alienadas huestes que llenan los grandes centros comerciales), habremos de volver la mirada a las mejores historias escritas...  ¿Quién no ha sentido, en algún momento, que los aconteceres del Macondo de Cien años de soledad, de la Vetusta de La Regenta o los rincones de La Mancha de Don Quijote eran más suyos que el tedio o las tensiones que envolvían su vida cotidiana?... ¿Quién no ha encontrado mil veces en Gabo, Clarín o Cervantes esa sensación maravillosa y reconfortante de las palabras mágicas que describen lo maravilloso o terrible del mundo al calor de una chimenea o una hoguera?.
Evidentemente, para tantos letraheridos como en el mundo somos, los libros (y su reflejo en las mejores pantallas) son una patria mucho más propicia que esa otra llena de políticos que son títeres de sus amos, de poderes reales que nos ofrecen sus marionetas para que “el pueblo” elija las que más le gusten, de jueces que condenan a quienes persiguen la corrupción y el genocidio para exculpar a corruptos y genocidas, de robocops que persiguen con sus porras y atemorizan adolescentes...
¡Qué lastima que la realidad, la de ayer, hoy y mañana, sólo sea “literalizable”!. ¡Qué lastima que no pueda ser ella misma literatura!.
Nacho Fernández del Castro, 26 de Febrero de 2012

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