lunes, 6 de febrero de 2012

Pensamiento del Día; 6-2-2012


«Si cierro los ojos vuelve a ser la Myrna de hace veinte, diez años y cuando los abro sobrevive un instante el espejismo hasta que se impone el cuerpo abandonado y desprotegido de cualquier posibilidad de disimulo, desvalido como lo estaría el mío expuesto de manera parecida a la mirada implacable de la juventud. Y es esa mirada la que dedico a Myrna porque es la que conservo como un acto de rebeldía interior contra la otredad, la que me condena a asumir mis años y la trashumancia de condición académica, aunque el renombre me regale una entidad que normalmente abandona a los viejos hasta convertirlos en invisibles.»
 (Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN; Barcelona, España, 27 de julio de 1939 - 
Bangkok, Tailandia, 18 de octubre de 2003. Erec y Enide, 2002.)
La mirada de la juventud... Ese juez implacable y, con frecuencia, cruel que condena, sin disimulo, los abandonos y desprotecciones corporales de la vejez. Y, sin embargo, ¡qué necesaria la asimilación de esa mirada, aunque sea con los ojos cerrados, para recuperar los mejores instantes de nuestra vida, las mayores bellezas contempladas, los más grandes deleites gozados, tal como fueron (o aún acrecentados por el beneficio de la memoria)!.
Sin ese ejercicio de impostura que nos lleva a revisitar los hitos de nuestra historia en el presente con ojos que se pretenden jóvenes, el paso del tiempo nos iría diluyendo poco a poco, sumiéndonos en la niebla de lo irrecuperable hasta hacernos parte de la atmósfera... Ya totalmente invisibles.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Febrero de 2012

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