sábado, 10 de marzo de 2012

Pensamiento del Día, 10-3-2012


«Para Ia actitud moderna resulta apenas concebible que un dios existente fuera de nosotros provoque el sueño, o que éste vaticine proféticamente el porvenir. Mas si la formulamos psicológicamente, Ia antigua concepción nos resulta ya mucho más comprensible, a saber: el sueño surge de una parte del alma que no conocemos y se ocupa de la preparación del día siguiente y de sus acontecimientos
 (Carl Gustav JUNG; Kesswil, cantón de Turgovia, Suiza, 26 de julio de 1875- Küsnacht, cantón de Zúrich,
6 de junio de 1961. Wandlungen und Symbole der Libido -Transformaciones y símbolos de la libido-, 1912.)
Seguimos manteniendo la ilusión de los sueños premonitorios como si un deus ex machina, consciente de los peligros y avatares del mañana, pudiera y quisiera hacérnoslo presente de alguna forma... ¿Qué más da si sustituimos esa divinidad bondadosa e iluminadora de las tinieblas del futuro por una suerte de recóndito y casi inaccesible rincón de eso que, por desconocido, hemos dado en llamar alma?.
Pero es así que lo único que podríamos llamar alma con una mínima propiedad, lo que configura y personaliza cada yo, no está dentro del sujeto, sino más bien fuera... Es el complejo resultado de sus interacciones con el mundo y con sus semejantes. Es un “fuera” interactivo que reconfigura, incluso, nuestro “dentro” fisiológico, que multiplica o empobrece las conexiones sinápticas en muestro cerebro, que estimula o inhibe las secreciones de nuestras glándulas, que deriva estados de bienestar o somatizaciones ulcerantes... Y, eso sí, esas interacciones con el entorno pasan, por supuesto a las distintas fases de nuestro sueño porque nos preocupan o nos satisfacen. No es, por tanto, que en sueños preveamos el mañana (o nos prevengamos frente a él), sino más bien que los sueños retoman nuestros afanes y temores con la “guardia baja” de una actividad cerebral reducida... Así que un consejo: no fíen la solución de los problemas de su vida a las intuiciones oníricas. Entre otras cosas porque tenía razón Calderón de la Barca y “toda la vida es sueño” (con frecuencia pesadilla), pero “los sueños, sueños son”.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Marzo de 2012

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