«Y al fin, el accidente inesperado,
El golpe oscuro de la desventura,
El ciego encontronazo, la segura,
Clara certeza de que te han matado.
El tiempo recorrido, el resbalado
De la vida entramada a la locura,
La noche abierta, el cielo sin mesura,
Con la certeza de que te han matado.
Venir del aire, el mar, de los jardines,
De atravesar dichoso los confines,
Y siempre en vilo al alba confiado.
Verterse en tierra, ya vencido el viento,
Entrando al cotidiano pavimento
Con la certeza de que te han matado.»
(Rafael ALBERTI MERELLO; El Puerto de Santa María, Cádiz, 16 de diciembre de 1902 - 28 de octubre de 1999. Accidente. Poemas del Hospital, 1987.)
Accidente, sí, aunque no tan inesperado... Golpe oscuro de la desventura y ciego encontronazo, la reforma laboral parece auspiciar el fin de la solidaridad de los más, de las aspiraciones de igualdad de muchos, de la primacía de la cohesión social. Y dicen algunos que se trata de situar nuestro mercado laboral en las condiciones de los países más avanzados y que se mueven cerca del pleno empleo; pero, ¿por qué no empezamos por consolidar su elevada solidaridad estructural, sus cotas de igualdad, su gran cohesión social, su bienestar público...
Más bien se opta aquí por arrojar los desheredados a las fieras de un mercado que socializa pérdidas y privatiza ganancias, que subvenciona bancos y abandona personas, que blinda cargos políticos y precariza empleos... En suma, se opta por configurar definitivamente las condiciones de una selva donde, tras una larga e intensa promoción del individualismo, nos encontramos en una lucha hostil por la supervivencia... Claro que algunas castas (banqueros, políticos, capitalistas –perdón, seamos políticamente correctos, emprendedores-) parten con una cierta ventaja. Porque el resto, individualmente considerados, tendremos la sumisión como única arma. O la certeza de que, tras una vida
entramada a la locura, nos han matado.
Nacho Fernández del Castro, 29 de Marzo de 2012
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